Con nombre. Cada maleta que se despacha debe tener identificación, incluso en el interior, para facilitar que llegue a su dueño.
Parados en una hilera despareja, que en minutos se transforma en un amontonamiento, alrededor de la cinta del baggage claim cientos de manos ansiosas asoman entre las piernas de los pasajeros que no quieren ceder su lugar de privilegio en la primera fila de la cinta sinfín. Manotean equipajes y se van corriendo, con la ilusión de que la fila de migraciones sea más corta que la espera del equipaje. Los minutos siguen corriendo como la cinta, que ya sólo transporta el aire fresco de la pista del aeropuerto. El mal humor se apodera del último pasajero en el hall: su equipaje no aparece. Indignado, el viajero se pregunta por qué no puso su nombre en una etiqueta además del ticket de la aerolínea, o por qué no hizo caso a su mujer y distinguió su clásica maleta negra con la cinta naranja fosforescente que le había regalado su hija.
Escenas como ésta se repiten tres mil veces por hora en los aeropuertos de todo el mundo, todos los días, dicen las estadísticas. Durante 2009, según cifras de la SITA (Societé Internationale de Télécommunications Aéronautiques), empresa dedicada a tecnología y soluciones para las aerolíneas, se perdieron 25 millones de valijas en todo el planeta. Esta cifra resulta impensable, pero es un 23,8 por ciento menor a la de 2008, período en el que se extraviaron 32,8 millones de equipajes, y todavía más: un 40 por ciento menor que en 2007, en el que se perdió el rastro de 42,4 millones de bultos despachados por los pasajeros.
Es que ahí está la clave: uno de los consejos más obvios pero eficientes para no sufrir demoras o pasar malos ratos es simplemente no despachar las valijas cuando no superan el peso y tamaño permitido como equipaje de mano, sobre todo si se trata de vuelos con conexiones, porque es en el momento de la transferencia cuando más extravíos se producen. También se aconseja identificar bien las maletas colocando adentro copias de la documentación personal para facilitar la identificación, tratar de tener equipajes llamativos o lo suficientemente distinguibles como para que no haya confusiones, y si se tiene una cámara de fotos a mano, no está de más fotografiar la valija con la etiqueta de la aerolínea ya colocada para que en caso de pérdida el reclamo sea más sencillo.
Según el mismo estudio de la SITA, el 52 por ciento de los equipajes se pierden en las conexiones, mientras que el 16 por ciento no llega a embarcarse. A estos dos motivos principales les siguen los errores en los billetes o cambios de maleta (13 por ciento) y confusiones en la carga o descarga (7 por ciento). En contra de lo que el imaginario colectivo se figura, apenas el 6 por ciento de los extravíos tienen que ver con fallas del propio aeropuerto, la intervención de aduanas, la meteorología o las restricciones de espacio y peso; el 6 por ciento restante se divide entre las fallas en la gestión del aeropuerto de llegada y los errores en el etiquetado.
Frente a este oscuro panorama, vale la pena aclarar que el 96,6 por ciento de todas las valijas que se despachan vuelven a manos de sus dueños sin inconvenientes. Aunque el problema de la pérdida de equipajes no se haya solucionado completamente, cada año está más controlado y, para alegría de las compañías aéreas, la SITA asegura que la reducción en la pérdida de equipajes hizo que las aerolíneas ahorraran, durante 2009, 460 millones de dólares.
Por Mariana Jaroslavsky para diario Perfil, septiembre 2010
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