Detrás de escena del centro invernal mendocino, lo que los esquiadores no ven, pero siempre disfrutan...
-Voy a bajar por Minerva para ablandar los muslos.
-¿Nos vemos en Vulcano?
-Mejor en Neptuno.
Parece una conversación entre Mork y Mindy, pero son dos cordobeses que, por primera vez en el día, hablan en serio. Su tema de charla son las pistas de Las Leñas, que conocen a la perfección, porque vienen todos los años. Lo hacen en grupo únicamente de hombres como gran parte de los esquiadores al inicio de la temporada. Están a punto de lanzarse a la montaña. La función apenas comienza.
El centro invernal del sur de Mendoza ha sido uno de los primeros en abrir sus pistas este año, porque recibió la primera gran nevada a principios de mes y quedó al margen de los problemas de cenizas volcánicas. Fue afectado por las cancelaciones de vuelos, pero el 90 por ciento de su público llega por vía terrestre, de manera que se inauguró, incluso, con más público del esperado.
La apertura fue contra reloj. El cambio climático hace difícil prever cuándo habrá nieve suficiente, de modo que se espera hasta último momento para encender los motores y las luces. No se trata de un pueblo con un centro invernal a sus espaldas, ni de una montaña con una atractiva ciudad a sus pies; es un valle casi deshabitado, que pasa de 120 a 4000 habitantes en apenas unos días.
"Es como el Cirque du Soleil", define Ernesto Irrazábal, director comercial de la empresa. Su comparación es por el asombro que causa este centro de entretenimiento a más de 2200 metros de altura (la cima esquiable está a 3430), pero también por la dinámica de los preparativos. El mantenimiento es permanente, aunque pase inadvertido para los esquiadores, que simplemente se encuentran con hermosas pistas cada mañana y pagan -una pequeña o gran fortuna- para divertirse y que todo funcione.
Antes de la nieve
Conocer la trastienda de Las Leñas es también una manera de entender la cultura del esquí y el snowboard. Por un lado, el trabajo de mantenimiento más intenso se realiza en verano, cuando reemplazan los kits de seguridad de las sillas, se revisan los medios de elevación y ajustan tuerca por tuerca. Este año, se reemplazaron tres cables de acero y se trabajó en la seguridad con pruebas no destructivas. "Se les hace a las sillas un arenado de metal, para que técnicos especializados de la UTN realicen ensayos sobre la base de tintas penetrantes que determinan cómo están las soldaduras", detalla Oscar Osorio, gerente de medios de elevación.
"Cada 15.000 horas de uso hay que cambiar todas las piezas críticas", agrega Nicolás Ortiz, jefe de mantenimiento, que vive en el valle hace 29 años y fue uno de los que montaron Venus, Neptuno y Marte, los primeros medios de transporte de este centro, inaugurado en 1983.
La fabricación de nieve comienza en mayo. Los cañones dedicados a esta tarea generan primero hielo, para enfriar el suelo y lograr así una buena base para las nevadas futuras. "Por eso la nieve que cae demora mucho en derretirse -explica Lucio Toledo, a cargo de estas máquinas--. La diferencia con la nieve natural es que ésta no tiene oxígeno, por eso es más compacta."
Su flota es de 32 cañones. Fabrican nieve siempre que las condiciones meteorológicas lo permitan: la temperatura debe ser menor a -2°C y la humedad, del 10 al 15 por ciento. Trabajan mayormente de noche, por el clima y para no molestar a los huéspedes una vez instalados.
Por las noches, otro trabajo fundamental es el de las máquinas pisanieve , que permiten que los esquiadores encuentren cada mañana las pistas como si fueran de corderoy. Este año se sumaron dos Kassbohrer 300 Polar, cuya cabina parece un simulador espacial, con un joystick para mover la pala y un extraño volante en miniatura."Estas máquinas sirven para pistas en muchísima pendiente, lo que nosotros llamamos muros . Ahora sí estamos completos", afirma Abel Navarro, que trabaja aquí desde 1985 y ahora supervisa esta tarea.
Además de pisar la nieve, la llevan hasta sectores que empiezan a pelarse en tiempos de pocas nevadas. Durante el día trabajan también en el acopio.
Junto a la pista de trineo, muy visitada por los tirabolas -como llaman a los visitantes que sólo llegan para tocar la nieve y jugar con ella-, está Urano, donde se entrenan los equipos internacionales. Navarro es quien se ocupa cada año de preparar las pistas para ellos. "Piden un pisado especial, para hacerlas más rápidas. Vienen de Suiza, Austria o Francia, con sus especialistas en nieve, que nos piden saltos y compactar mucho la nieve para mayor velocidad. No hay mejores pistas de entrenamiento que éstas."
Relajarse, un desafío
"Hay gente que esquía con la música a fondo y terribles auriculares. Así, pierde percepción del piso, algo muy peligroso", comenta Gabriel Chiguay, jefe de pistas, que no deja de sorprenderse por algunas actitudes que llegan de la ciudad. "Muchos de los que manejan sus autos mientras hablan por celular, también lo hacen esquiando."
A cargo de un equipo de 53 personas, que se dividen en tres grupos -fabricación de nieve, máquinas pisanieves y seguridad y socorro-, y de su perro de rescate, Cutral, Gabriel explica que su trabajo se basa en la prevención. Para eso, a los sistemas para generar avalanchas se suman nuevos elementos cada año, y los integrantes de su equipo también se actualizan con cursos en la montaña.
Las Leñas cuenta con sistemas de explosivos telecomandados. Desde la oficina central, en la base, se realizan las detonaciones que provocan avalanchas preventivas. Para eso, se instalaron este año cinco nuevos Gazex, sistema de última generación, para agilizar la apertura de las pistas luego de las nevadas y controlar el manto de nieve.
"También tenemos estaciones nivometeorológicas, que te permiten ver en tiempo real la situación de la nieve. El esquiador tal vez mira un nanómetro desde la silla y piensa que son unas copitas dando vuelta, pero son elementos fundamentales, porque nos permiten conocer la dirección y velocidad del viento durante la nevada."
Para situaciones de emergencia de los esquiadores, los puestos de socorro están en los retornos de tres medios de elevación. Desde ahí salen los pisteros cuando reciben una alerta. "No deberíamos tardar más de cinco minutos en llegar al lugar donde se pide el auxilio -continúa Chiguay, que destaca el uso de los teléfonos móviles en estos casos-. Se ha ganado mucho tiempo en el envío de alertas desde que los esquiadores tienen señal en la montaña."
Hay cambios culturales y también de los materiales que se utilizan. Los esquíes y las tablas de snowboard alcanzan velocidades cada vez mayores. "Y a medida que la gente tiene mejor nivel de esquí, también arriesga más." Por eso fortalecen las campañas para el uso del casco y están más atentos a las actitudes de los esquiadores, a quienes les deben advertir muchas veces en forma personal.
"La montaña es un espacio de libertad, donde uno se tiene que sentir cómodo. Siempre vamos a defender eso. Pero también hay momentos en los que tenés que decidir si cerrar o no una zona, cuando las condiciones son riesgosas. Tal vez por eso no somos agradables para muchos, pero alguien lo tiene que hacer", continúa.
En cuanto a los rescates, sistemas electrónicos como el Arva y el Recco -para la detección de personas en caso de avalanchas- son muy efectivos, además de fundamentales en salidas fuera de pista , uno de los principales atractivos del valle. "Pero el equipo de rescate canino es aún mejor que los medios electrónicos. Creo que van a pasar muchos años hasta que un sistema supere al olfato del perro", concluye Gabriel, mientras le acomoda el chaleco a su compañero Cutral para salir juntos en la foto.
EL SUEÑO DEL PISTERO
Esperan en los retornos de tres medios de elevación. Tras recibir la alerta de un posible accidentado, uno desciende y evalúa la situación. Luego informa el caso y, si es necesario, baja uno de sus compañeros con una camilla. Ellos son los pisteros de socorro, una tarea imprescindible. "Cuando llegamos al sitio alertado, aseguramos nuestros esquíes y vemos si la persona está consciente. Le preguntamos si se acuerda dónde está, dónde le duele... Luego, si hace falta, baja el segundo pistero con el material que necesite", detalla Mauricio Rojas, de 29 años, que es de San Rafael y conoce la montaña desde pequeño. "Mi abuelo alquilaba un campito cerca y yo andaba caminando con los animales y dando vueltas con él", recuerda. En Las Leñas comenzó en medios de elevación y pasó a pistero, que era su gran deseo, tras rendir el examen.
"Hay esquiadores que se equivocan de pista, porque no se informan antes de subir", agrega Nicolás Mancifesta, de 25 años, que nació en Mendoza y está en la mitad de la carrera para ser contador público. Aún no sabe si su futuro será una oficina o una montaña. Por ahora, ya trabajó de pistero socorrista en Europa y ahora en Las Leñas, su sueño.
Pablo Araya, de 32 años, hace once temporadas que está en este centro. Nacido en Malargüe, empezó en Las Leñas en la cocina del personal, pasó por los medios y se capacitó para llegar a la pista. Aprendió a esquiar a los 21, y en cuatro temporadas ya era pistero. "Aprender tan rápido depende de la habilidad y sobre todo de las ganas de cada uno."
Martin Wain para Diario La Nación, Julio de 2011.