México, la tierra de Frida Kahlo. La tierra de una mujer como ella, con su fuerza y perseverancia para soportar una vida tan trágica y aun así convertirse en una de las artistas más grandes de la historia, no podía no tener ese mismo vigor.
Adoro México, lo conocí hace años y volví muchas veces. El último viaje que hice lo disfrutamos en familia. Mi marido, Roberto; Paloma, mi hija, y una amiga, Natasha.
Todo comenzó en Playa del Carmen, donde alquilamos una casa y disfrutamos de la playa. La famosa quinta avenida, el alma del lugar, se recorre a pie. Podés probar comida típica a cada paso, al igual que el infaltable margarita, con tequila reposado y acompañado de guacamole bien picante. Ojo que si se te va la mano, ya no podrás volver caminando.
Pero uno no puede tirarse al sol sin sentir que está perdiendo miles de años de historia de mayas y aztecas que te esperan para ser recorridos.
Por supuesto fuimos a Chichén Itzá, uno de los más increíbles sitios arqueológicos de Yucatán, creación de la civilización maya.
La pirámide de Kukulcán, que preside los otros monumentos, es el lugar donde el día del equinoccio de marzo y septiembre se proyecta la luz y las sombras que representaban la bajada del dios Kukulcán a la tierra, para proteger el trabajo agrícola. Para aquellos habitantes era mágico, porque representaba su estabilidad social. Así que subimos sus escalinatas y sentimos esa magia que nos hizo comprender aquella civilización a través de ese despliegue arquitectónico.
Nuestro viaje siguió en Cozumel, una pequeña isla, más salvaje, que recorrimos en un día y sus playas superaron nuestras expectativas. Pleno Caribe, arrecifes de coral y lugares para hacer snorkel. Podés cruzar de Playa del Carmen en un ferry que sale cada hora.
Tulum fue el último destino antes de volver, cuidad protegida por una muralla y un acantilado natural donde se encuentra la zona arqueológica, sobre la playa, más famosa de las costas del Caribe. Su nombre era Zamá, que significa salida del sol. Para los mayas era un observatorio astronómico y un puesto de defensa. Representó un importante sitio donde se unían el comercio marítimo y el terrestre.
En Tulum vivimos en la playa, en una casa que había pertenecido al narcotraficante Pablo Escobar Gaviria. Fue expropiada por el gobierno y ahora la explota. Increíble el contraste de la historia de la casa, que ahora funciona como posada de relax, con clases de yoga cada mañana. Es una de las más equipadas de la zona, sin perder lo agreste de Tulum. Sin duda, un lugar inolvidable. No importa qué te ponés; tampoco hay programas para pensar. Sólo descansar, recorrer las ruinas y hacer yoga.
Por último, les recomiendo visitar un restaurante sobre la playa, que también es posada, y se llama Margarita. Es de unos italianos que se quedaron en Tulum después de pasar allí sus vacaciones, y la pasta es su especialidad.
México es un país que tiene mucho para ver y conocer sobre su historia. Y como conserva sus costumbres y ruinas, destaca una identidad que vale la pena conocer. Artesanías, bailes en la calle, cantores que te sorprenden, la comida, su arte. Todo habla de México, huele a su gente, a su idiosincrasia. Los adoro por eso. Volvería siempre.
Por Mariana Arias Para LA NACION. La autora es modelo y conductora. En estos días presenta la sexta temporada de Dímelo tú , ciclo de entrevistas que se emite los lunes, a la medianoche, por Magazine (canal 14 de CV, 14 de MC y 236 de DirecTV).
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