martes, 29 de mayo de 2012

Resolución 3.333: guía práctica para viajeros


En las últimas semanas, la incertidumbre respecto a la compra de divisas se convirtió en el denominador común de las consultas de los argentinos que desean viajar al exterior. A partir de los controles para la compra de dólares establecidos por la AFIP, los rumores respecto a la política cambiaria crecieron exponencialmente con el acontecer de los hechos. A fines prácticos y de utilidad del viajero, resumimos a continuación la última resolución concerniente a la compra de divisas para viajes al exterior. 
La resolución, no aplica para la compra de servicios turísticos en el exterior (paquetes, tickets aéreos, alojamiento, cruceros, trenes, entre otros) desde la Argentina. Los mismos se publican en dólares estadounidenses pero pueden ser abonados en pesos al cambio del día.

A partir del día de ayer, entró en vigencia la resolución 3.333 de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). La misma fue publicada en el Boletín Oficial de la República Argentina y establece un régimen de información para los residentes en Argentina que quieran comprar moneda extranjera para llevar a cabo viajes al exterior.
El artículo primero de la normativa, enuncia: "Los sujetos residentes en el país que demanden la adquisición de moneda extranjera para atender gastos en concepto de viajes al exterior por razones de salud, estudios, congresos, conferencias, gestiones comerciales, deportes, actividades culturales, actividades científicas y/o turismo, deberán cumplir previamente con el régimen de información que se establece por la presente. A tales fines, serán considerados sujetos residentes en el país aquellos que revistan tal condición conforme a las normas del impuesto a las ganancias".
Según indica la resolución, para poder suministrar los datos correspondientes, se debe ingresar al sitio web oficial de la AFIP (http://www.afip.gob.ar). En la misma se puede observar un banner con el título "COMPRA DE MONEDA EXTRANJERA" al cual se le debe hacer click para ingresar al sistema (requiere clave fiscal con nivel de seguridad 2). Una vez allí, seleccionar la opción "CONSULTA DE OPERACIONES CAMBIARIAS - CONTRIBUYENTE" y luego "VIAJES AL EXTERIOR".
Por último, se debe seleccionar "INGRESO DE SOLICITUD", y completar los datos solicitados.
Los datos a suministrar se ordenan en 4 categorías (datos del viaje, datos de la agencia, datos de los pasajeros y cantidad solicitada de divisas en pesos).

Datos del Viaje:
1.       Si es profesional con título.
2.       País de destino y escalas (en caso de haber).
3.       Motivo del viaje.
4.       Fecha de salida.
5.       Fecha de regreso.
6.       Medio de transporte utilizado para salir del país.

Datos de la agencia (Opcional):
1.       CUIT de la agencia de viajes
2.       Costo del viaje
3.       Tipo de moneda
4.       Forma de pago y cantidad de cuotas

Datos de los pasajeros que integran el viaje:
1.       Fecha de nacimiento
2.       CUIT/CUIL/DNI (según sea mayor o menor de edad).
3.       Nombre y Apellido (sólo si es mayor)

Cantidad solicitada en pesos para la adquisición de divisas.

Si el sistema valida la operación, le indicará que la solicitud fue exitosa y le mostrará el monto a cambiar, y el número de operación.
Todos los paquetes y servicios turísticos en el exterior comercializados por Thennat Travel, pueden abonarse en pesos al cambio del día. Ante cualquier consulta o inquietud no dude en comunicarse con nuestros especialistas.

Fuente: Elaboración propia

viernes, 30 de septiembre de 2011

Por los rincones de Londres...

 Entre paseos arbolados y puestos de antigüedades, un recorrido por los jardines y mercados de la capital inglesa.




La ardilla observa desde el banco de madera mientras la niña abre un paquete de galletitas. Toma una de las migas que caen al suelo y se la lleva hasta las ramas más altas de un roble. Dos o tres patos miran curiosos desde la ribera del lago, donde la superficie del agua refleja las copas de los sauces. Esta escena, que recuerda los paisajes de la campiña inglesa, tiene lugar bajo el sol del mediodía y sólo cuando, al levantar la vista, distinguimos la imponente silueta del London Eye –o Rueda del Milenio– recordamos que estamos en pleno centro de una de las grandes metrópolis del mundo.
Así es Londres , la capital de Inglaterra : millones de personas y cientos de idiomas al compás de un ritmo que se acelera en las grandes áreas céntricas y parece calmarse al llegar a las praderas urbanas, cruzadas por senderos y sembradas de árboles. Distribuidos en distintos barrios, con sus diversos estilos y personalidades, los parques y los mercados londinenses son parte del discreto amor británico por la naturaleza y las tradiciones, y a esta altura resultan casi tan emblemáticos como la plaza de Trafalgar, los Beatles o el Big Ben.
Bienvenida sea, entonces, la intermitente llovizna de Londres, si es el precio que hay que pagar para mantener estos pequeños bosques citadinos. 


Ubicado en pleno centro, el St. James’s Park –hogar de la ardilla del comienzo– propone un recorrido que bordea un lago y lleva desde la zona de Westminster hasta las puertas mismas del Buckingham Palace, donde los turistas se reúnen para ver el cambio de la guardia real.
A pocos minutos de aquí se encuentran algunos de los lugares más representativos del casco urbano: la abadía de Westminster, Trafalgar Square y las concurridas esquinas de Oxford Circus y Piccadilly Circus. Pero en vez de apurarse rumbo al asfalto y los edificios, quizás vale la pena detenerse un rato en la cafetería, a juntar fuerzas con la dulzura de un muffin de arándanos y el aroma de un té Earl Grey.
Pasando el Buckingham Palace hacia el oeste a través del Green Park se llega a Hyde Park , otro de los grandes Parques Reales, antiguo coto privado de caza del rey Enrique VIII. Por aquí, junto al lago Serpentine, pasan usualmente decenas de deportistas en bicicleta y en rollers. Más allá, en el pasto, un grupo de mujeres enfundadas en burkas negras se reúne alrededor de una mesa de picnic, y dos chicas en shorts conversan bajo la sombra de un plátano. Un improvisado partido de fútbol acaba de terminar y Paul muestra orgulloso su remera de Nueva Chicago. Cuenta que hace un tiempo estuvo de visita en Buenos Aires y que buscó una camiseta: “De un equipo más bien chico, como el mío”. Aquí, en Inglaterra, es hincha de Torquay United.





Un poco más allá, próximos a las tiendas lujosas, el emporio de Harrods y las fachadas señoriales de Kensington Road, los Kensington Gardens son la antesala del palacio del mismo nombre. Si todavía hay tiempo, se recomienda seguir hasta Holland Park , uno de los secretos mejor guardados de la capital británica.
El camino empieza con un bosque frondoso que de a poco se abre hasta llegar a un claro en el que algunos chicos practican críquet, mientras otros se acercan al ajedrez gigante o se dan una vuelta por el jardín de rosales.
Hacia el norte, en cambio, se destacan los paisajes de Regent’s Park , con su zoológico y su canal de agua por el que transcurren, silenciosos, los barcos de paseo.
Junto a los prados y las vistas arboladas, otro de los aciertos de esta ciudad en cuanto al aprovechamiento del espacio público son sus atractivos mercados callejeros. Aquí, la antigua tradición europea del comercio en las plazas se aggiorna para prácticamente todos los gustos.
A diez minutos a pie de Regent’s Park, el Camden Market es un buen comienzo: sobre las veredas se disponen los percheros de ropa. Unos turistas preguntan por las camisetas de distintas bandas punk y, otros, por los imanes con las fotos de la última boda real.
A la izquierda, en una de las galerías bajo el puente, están los puestos de decoración. Telas provenientes de la India y almohadones de reminiscencias victorianas se intercalan en el recorrido con artesanías hechas con diferentes materiales. También los mostradores de comida: desde un perfumado plato con curry (un clásico de la ciudad) hasta especialidades chinas, pizzas, shawarmas o un pastelito dulce preparado según alguna receta caribeña.
Mientras tanto, en medio del coqueto barrio de Notting Hill, brilla con luz propia el mercado de Portobello Road . Se destacan las antigüedades en las vidrieras de los locales y en los puestos callejeros, pero además es un buen lugar para conseguir algo de ropa vintage y para comprar frutas y vegetales.
Si el tiempo ayuda, no hay que dejar pasar la ocasión de comer en los pubs y bares con mesitas a la calle, que también suelen ser muy vistosos puertas adentro. El mercado queda cerca de los jardines de Kensington, a sólo cinco minutos de la estación de subte “Notting Hill Gate”, y conviene ir los días sábados.
A diferencia de los anteriores, el Borough Market se especializa en comidas de todo tipo y suele ser elegido por los oficinistas que trabajan cerca del puente de Londres. Se encuentra en la margen sur del río Támesis y es un verdadero edén gastronómico. Además de frutas, verduras y flores, hay opciones de comida étnica –hasta un puesto que vende empanadas argentinas–, salchichas, helados, quesos y platos orgánicos y vegetarianos (está abierto los días jueves, viernes y sábados).
Este sitio es ideal para hacer un alto y almorzar en medio de la recorrida por la zona céntrica de la ciudad. Un restaurante dispone sus mesas bajo las arcadas de metal para brindar sus especialidades en pescados y mariscos. La alternativa, sin embargo, es comprar en un puesto y almorzar –como hacen tantos londinenses– en los jardines de la lindera catedral de Southwark.
Del otro lado de la orilla, cruzando el área del Soho, el célebre predio Covent Garden es uno de los más concurridos puntos de encuentro. Allí funcionan el Apple Market y el Jubilee Market . Epicentro de elegantes locales de ropa y restaurantes, conserva sin embargo algo del encanto callejero y urbano que tienen los grandes solares de Europa. 

 
Menos turísticos pero igualmente tradicionales, mercados como el de Spitalfields (al este de Londres, cerca de la estación Liverpool Street) o el de Brixton (junto a la estación del mismo nombre) son una buena opción para quienes tienen tiempo y quieren visitar un poco más. También se puede aprovechar el extenso parque de Clapham Common , que los sábados y domingos ofrece una magnífica postal de la vida suburbana londinense: chicos en los juegos, familias que van a la iglesia al tiempo que los últimos trasnochados regresan a sus casas después de largas horas en el pub y el club.
A los pies de todos ellos, el verde intenso y brillante de la vegetación inglesa.
Fuente: María Sol Porta para Clarín

martes, 13 de septiembre de 2011

Tour de clásicos y estrenos en San Sebastián...

A punto de comenzar una nueva edición de su prestigioso festival de cine, La Perla del Cantábrico, en el País Vasco, propone un tour de película y en 3D


SAN SEBASTIAN.- A esta ciudad vasca, capital de Guipúzcoa, vale la pena llegar por tierra, desde la vecina provincia de Alava. Así se puede apreciar el cambio de paisaje, de los viñedos alaveses a los bosques y montañas guipuzcoanos. Hasta que aparece el mar y, ahí, La Perla del Cantábrico, como se conoce a esta pequeña y coqueta ciudad. Apenas a 20 kilómetros de Francia, ahí comenzará este viernes la 59» edición de uno de los festivales de cine más relevantes en la agenda internacional, el único de categoría A en España.
San Sebastián (Donostia, en euskera) no es la capital ni el centro económico del País Vasco (Vitoria/Gasteiz es lo primero, y Bilbao, lo segundo). Pero no le faltan motivos de orgullo. Sobre todo, por su envidiable ubicación con vista al mar. Y también por su incomparable elegancia y su identidad balnearia, más o menos en el estilo de Biarritz, Niza o Montreaux. "Aunque soy de Bilbao, siempre en pique con los donostiarras, creo que San Sebastián es la ciudad más bonita de España, por su ubicación, por las calles y por los palacetes que reflejan en sus vidrieras el oleaje del mar", reconoce el vasco José Félix Cano Montoya, ejecutivo en la Argentina de la agencia mayorista de turismo Ola.
A mediados del siglo XIX, los médicos de la corte le indicaron a la reina Isabel II baños de mar para sus afecciones de la piel. La presencia de tan destacada turista no tardó en poner de moda aquellas playas. Y hacia el siglo XX (ya con la reina regente María Cristina, que había fijado la residencia estival de la corte en el palacio de Miramar), San Sebastián se transformaba en un balneario predilecto de la emergente burguesía europea.
Testimonio de aquellos años, la postal típica de Donostia es un frente de elegantes edificios belle époque, de cara a tres playas con sus ramblas, Concha, Ondarreta y Zurriola. Todo flanqueado por dos montes que son como fortificaciones vigilantes, Urgull e Igueldo, con espectacular mirador y parque de diversiones vintage. Y también por la isla Santa Clara, casi a tiro de piedra desde la playa de la Concha, donde incluso en invierno es habitual divisar algún valiente sobre una tabla, en traje de neoprene. Es que San Sebastián comparte con Mar del Plata algo más que su identidad de ciudad balnearia y de sede de festival de cine categoría A: igual que su pariente argentina, Donostia es un apreciado destino de surf aunque, en principio, el deporte extremo no haga mucho juego con el romántico casco antiguo y la intensa vida cultural, incluyendo también un buen festival de jazz en julio.
El festival de cine, Zinemaldia, fue un recurso para recuperar algo del glamour perdido con la prohibición del juego y el cierre de los casinos. Hoy ocupa un lugar central en la vida de la ciudad, literalmente: su sede es el Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal, casi un punto de partida para conocer todo lo demás, gracias a una estelar ubicación entre la costanera y la desembocadura del río Urumea. Diseñado por el arquitecto navarro Raúl Moneo, el complejo consiste en dos sobrias estructuras a las que los locales llaman, con poder de síntesis, los cubos.
La verdad que el diseño del Kursaal no podría contrastar más con la arquitectura afrancesada que lo rodea. Así que no sorprende saber que cuando se inauguró, en 1999, los donostiarras distaban mucho de estar impresionados con semejante irrupción estética. Algo parecido a lo que había ocurrido dos años antes muy cerca, en Bilbao, con el exuberante (y bastante más costoso) Museo Guggenheim. Sin embargo, con el tiempo y tal como sucedió con el museo bilbaíno, el éxito del Kursaal terminó por legitimarlo y de a poco fue mirado con más y más simpatía.

Paseo de las estrellas
El Kursaal se comunica con el otro lado del río por medio de otro ícono donostiarra, el puente de la Zurriola, quizá más conocido como puente del Kursaal e iluminado por unas lámparas bastante particulares, de rasgos casi futuristas, que parecen faros en miniatura. Pero son muchos los puentes interesantes que cruzan el Urumea, cada uno con su estilo, como el Santa Catalina y el María Cristina.
Un buen plan es sumarse a los tours San Sebastián De Cine, promovidos por la oficina de Turismo local. Por 14 euros (menores de 12 años, gratis), la caminata de dos horas conduce por la llamada Ruta de las Estrellas, con paradas en el Kursaal, el hotel María Cristina, el Teatro Victoria Eugenia y el bar Oquendo.
El tradicional María Cristina está a pasos del Kursaal y de la playa, y es el hotel donde se alojan muchos VIP del festival de cine. Inaugurado en 1912, León Trotsky, Mata Hari, Coco Chanel, Audrey Hepburn, Alfred Hitchcock, Steven Spielberg y Mick Jagger son apenas algunas firmas en su libro de huéspedes célebres.
Actual miembro de la cadena Luxury Collection, el María Cristina será pronto cerrado por unos seis meses para una gran renovación de muebles, alfombras, empapelados y otros detalles de decoración que, si bien distinguidos, hoy ya no disimulan el paso del tiempo.
Junto al noble cinco estrellas se encuentra otro edificio fundamental para el festival de cine: el Teatro Victoria Eugenia, inaugurado junto con el hotel como parte de un mismo plan urbano, a principios del siglo XX, de la Sociedad Anónima de Fomento de San Sebastián.
Tal es la proximidad de los dos edificios históricos que, en días de Zinemaldia, las estrellas pueden caminar por una única alfombra roja desde el hotel María Cristina hasta las proyecciones en la deslumbrante sala del Victoria Eugenia, donde alguna vez Hitchcock estrenó mundialmente Vértigo .
El tour pasa también por Oquendo, el bar de las estrellas, estratégico vecino del hotel María Cristina, decorado con una buena cantidad de fotos de actores y directores que pasaron por allí a tomar una copa o comer un pintxo, acaso para celebrar la obtención de alguna Concha de Oro o de Plata durante el Zinemaldia.

Gastronomía: estrellas y mixtos
Hay un dato que todo promotor de San Sebastián repite de memoria para impresionar (y nunca falla): esta ciudad cuenta con el mayor número de estrellas Michelin por metro cuadrado en el mundo. En ningún otro lugar hay tantos restaurantes con el sello de calidad de la exigente guía gastronómica francesa.
La tradición culinaria vasca, y en particular donostiarra, es uno de los grandes atractivos de La Perla del Cantábrico, tanto en la versión supersofisticada, de laboratorio, como en las costumbres más cotidianas e informales.
Apellidos como Arzak, Aduriz, Berasategui y Subijana forman un dream team de cocineros-celebridades y una constelación Michelin notable, más aún si se considera que la población es de sólo 185.000 habitantes. El restaurante de Juan Mari Arzak (mentor de Ferran Adrià), en los últimos años junto a su hija, tiene tres estrellas y es uno de los mayores referentes de la cocina de vanguardia y la investigación, con laboratorio propio. También es, claro, uno de los restaurantes más caros, con su clásico menú degustación de once pasos muy cerca de los 150 euros. No se queda atrás Mugaritz, de Andoni Luis Aduriz, otro abonado a las listas de las mejores cocinas del mundo.
Lo más interesante de la escena culinaria donostiarra es que junto a la sofisticación de estos reconocidos chefs, ofrece también un gran menú de bares y fondas mucho más accesibles, pero de una cultura gastronómica riquísima. Aquí los protagonistas casi excluyentes son los pintxos, o sea la versión vasca de las tapas, aunque en Euskadi nieguen que las dos cosas sean lo mismo.
Los pintxos son pequeñas porciones (¡tapas!), originalmente fijadas con un palillo a un trozo de pan, ahora evolucionadas a formatos de lo más diversos y elaborados.
Ir de pintxos es un deporte local que consiste en recorrer bares, idealmente en grupos de amigos o cuadrillas, probando especialidades en estas miniporciones acompañadas por vino txacoli (vasco, dulce, levemente burbujeante), sidra o un zurito de cerveza. Sin duda, un deporte de resistencia y los locales parecen bien entrenados; el encantador casco viejo donostiarra (San Telmo) sin duda alienta a recalar en un bar más, y en otro, y en otro...
Para los que sientan que encontraron su lugar gastronómico en el mundo, San Sebastián Turismo implementó un programa de talleres exprés para aprender a hacer pintxos, por ejemplo, en el restaurante-escuela Ni Neu, primer piso del Kursaal, sede del festival de cine. En poco más de un hora egresan de allí nuevos expertos en el arte de preparar una tortilla de bacalao deconstruida, un poco a lo Ferran Adrià, o la clásica gilda, combo de tres guindillas, una aceituna y una anchoa atravesadas por un palillo. Así de fácil, así de rico.
Los imperdibles gastronómicos de la ciudad se completan con el Mercado de La Bretxa, antigua feria llamada así por ser el sitio por donde ingresaron las tropas inglesas en el asedio de 1813.

Que suenen los tambores



Para los amantes de la fiesta y el ruido, la fecha para visitar San Sebastián es, sin duda, el 20 de enero. Ese día se celebra en la capital de Guipúzcoa la Tamborrada de San Sebastián, 24 horas de celebración en la que los tambores suenan por toda la ciudad.
La juerga comienza con el primer minuto del 20 y termina con el primer segundo del 21 en la plaza de la Constitución. "La plaza se llena de gente que rodea una plataforma donde hombres y mujeres de las distintas sociedades (como clubs gastronómicos de años y tradición) tocan sus tambores y barriles, comenzando siempre por la marcha de San Sebastián después de escuchar la última campanada que repica las 00.00. Es un instante muy emotivo para todos -explica la donostiarra Lorena Zabala Juanikotena-. Esa noche es muy típico comer afuera, pero hay que reservar porque no cabe ni un alfiler en la ciudad. Y también está la opción de preparar una cena entre amigos y familia, ver el comienzo por la tele cantando la marcha con tambores y más tarde salir a la calle o al balcón". Durante toda la noche las compañías cruzan la ciudad a buen ritmo.

Fuente: Daniel Flores para La Nacion, Septiembre 2011.-

miércoles, 24 de agosto de 2011

Ruta 40: De sur a norte, una aventura de cinco mil kilómetros...

Un fascinante recorrido por la carretera más larga del país, entre leyendas, paisajes incomparables y huellas de culturas milenarias. Los sabores típicos de la Patagonia, Cuyo y el Noroeste.


Una interminable secuencia de imágenes reales y, a la vez, inverosímiles se acumula a lo largo de los más de 5 mil kilómetros fatigados por la Ruta 40 , para que puedan tomar forma –sin el menor esfuerzo– los mejores sueños sobre ruedas.

La carretera más extensa de la Argentina –tan emblemática como la mucho más promocionada Ruta 66 que atraviesa los Estados Unidos– agita los mitos y las leyendas, mientras avanza a la par de la Cordillera de los Andes por la Patagonia, Cuyo y el Noroeste. En ese derrotero desde Punta Loyola (en Santa Cruz) hasta La Quiaca (Jujuy), se suceden paisajes tan disímiles como un lago cristalino alimentado por un glaciar y la más desangelada aridez de la Puna. Corre a la par de la mundialmente famosa Ruta del Vino de la Argentina, que alcanza una de sus mejores expresiones en Mendoza, pero también se despliega en los viñedos y bodegas de San Juan, La Rioja, Catamarca y los Valles Calchaquíes salteños.


Desde su creación en 1935, la 40 acompañó el desarrollo vial, urbanístico y turístico de esas tres regiones. Su traza imprescindible se conecta con 26 pasos internacionales hacia Chile y uno a Bolivia, acerca a 20 reservas y parques nacionales, bordea 13 lagos y salares, cruza 18 ríos importantes y más de dos centenares de ciudades, pueblos y parajes, y trepa hasta los 5 mil metros de altura en el Abra de Acay, en Salta. En definitiva, plasma su función esencial sobre amplias zonas de once provincias.

A partir de una decisión de la entonces Secretaría de Turismo de la Nación, desde 2004 la Ruta 40 es considerada “Producto turístico nacional”. La medida impulsó obras de mejoramiento a partir de la pavimentación de distintos tramos, especialmente en Santa Cruz. Además, nuevos sectores del recorrido incorporaron rutas ya asfaltadas, más cercanas a las cumbres andinas. La contracara se presenta en Jujuy, donde el camino propone un desafío de 408 kilómetros de ripio. Precisamente en territorio jujeño la Ruta 40 sugiere un incipiente Corredor Minero, que se está implementando gracias a la traza modificada: antes terminaba cerca de Abra Pampa –donde se unía a la ruta 9– y ahora retoma el rumbo norte por siete antiguas rutas provinciales, hasta finalizar en el límite con Bolivia.


En el extremo opuesto, la ruta marca oficialmente su Kilómetro 0 en Punta Loyola, cerca de Río Gallegos, pero es apenas una huella intransitable en el primer tramo. Por eso, en realidad se inicia 100 km más adelante, al pie del faro y la pingüinera de Cabo Vírgenes. 

En este informe se consignan cuatro crónicas que ilustran fascinantes aventuras por distintos tramos de la Ruta 40 y, de paso, proponen escalas en lugares imperdibles del trayecto. Además, un listado de los puntos más críticos del camino en cada provincia, especialmente en los tramos de ripio y en sectores de montaña, como para estar advertidos y circular con mucha precaución. Para poder completar la aventura en dirección a ese horizonte de la Ruta 40, que siempre amaga con acercarse y vuelve a tomar distancia.

Fuente: Diario Clarín, agosto 20011

viernes, 22 de julio de 2011

Las Leñas... nieve argentina!

Detrás de escena del centro invernal mendocino, lo que los esquiadores no ven, pero siempre disfrutan...

-Voy a bajar por Minerva para ablandar los muslos.
-¿Nos vemos en Vulcano?
-Mejor en Neptuno.
Parece una conversación entre Mork y Mindy, pero son dos cordobeses que, por primera vez en el día, hablan en serio. Su tema de charla son las pistas de Las Leñas, que conocen a la perfección, porque vienen todos los años. Lo hacen en grupo únicamente de hombres como gran parte de los esquiadores al inicio de la temporada. Están a punto de lanzarse a la montaña. La función apenas comienza.
El centro invernal del sur de Mendoza ha sido uno de los primeros en abrir sus pistas este año, porque recibió la primera gran nevada a principios de mes y quedó al margen de los problemas de cenizas volcánicas. Fue afectado por las cancelaciones de vuelos, pero el 90 por ciento de su público llega por vía terrestre, de manera que se inauguró, incluso, con más público del esperado.
La apertura fue contra reloj. El cambio climático hace difícil prever cuándo habrá nieve suficiente, de modo que se espera hasta último momento para encender los motores y las luces. No se trata de un pueblo con un centro invernal a sus espaldas, ni de una montaña con una atractiva ciudad a sus pies; es un valle casi deshabitado, que pasa de 120 a 4000 habitantes en apenas unos días.
"Es como el Cirque du Soleil", define Ernesto Irrazábal, director comercial de la empresa. Su comparación es por el asombro que causa este centro de entretenimiento a más de 2200 metros de altura (la cima esquiable está a 3430), pero también por la dinámica de los preparativos. El mantenimiento es permanente, aunque pase inadvertido para los esquiadores, que simplemente se encuentran con hermosas pistas cada mañana y pagan -una pequeña o gran fortuna- para divertirse y que todo funcione.



Antes de la nieve
Conocer la trastienda de Las Leñas es también una manera de entender la cultura del esquí y el snowboard. Por un lado, el trabajo de mantenimiento más intenso se realiza en verano, cuando reemplazan los kits de seguridad de las sillas, se revisan los medios de elevación y ajustan tuerca por tuerca. Este año, se reemplazaron tres cables de acero y se trabajó en la seguridad con pruebas no destructivas. "Se les hace a las sillas un arenado de metal, para que técnicos especializados de la UTN realicen ensayos sobre la base de tintas penetrantes que determinan cómo están las soldaduras", detalla Oscar Osorio, gerente de medios de elevación.
"Cada 15.000 horas de uso hay que cambiar todas las piezas críticas", agrega Nicolás Ortiz, jefe de mantenimiento, que vive en el valle hace 29 años y fue uno de los que montaron Venus, Neptuno y Marte, los primeros medios de transporte de este centro, inaugurado en 1983.
La fabricación de nieve comienza en mayo. Los cañones dedicados a esta tarea generan primero hielo, para enfriar el suelo y lograr así una buena base para las nevadas futuras. "Por eso la nieve que cae demora mucho en derretirse -explica Lucio Toledo, a cargo de estas máquinas--. La diferencia con la nieve natural es que ésta no tiene oxígeno, por eso es más compacta."
Su flota es de 32 cañones. Fabrican nieve siempre que las condiciones meteorológicas lo permitan: la temperatura debe ser menor a -2°C y la humedad, del 10 al 15 por ciento. Trabajan mayormente de noche, por el clima y para no molestar a los huéspedes una vez instalados.
Por las noches, otro trabajo fundamental es el de las máquinas pisanieve , que permiten que los esquiadores encuentren cada mañana las pistas como si fueran de corderoy. Este año se sumaron dos Kassbohrer 300 Polar, cuya cabina parece un simulador espacial, con un joystick para mover la pala y un extraño volante en miniatura."Estas máquinas sirven para pistas en muchísima pendiente, lo que nosotros llamamos muros . Ahora sí estamos completos", afirma Abel Navarro, que trabaja aquí desde 1985 y ahora supervisa esta tarea.
Además de pisar la nieve, la llevan hasta sectores que empiezan a pelarse en tiempos de pocas nevadas. Durante el día trabajan también en el acopio.
Junto a la pista de trineo, muy visitada por los tirabolas -como llaman a los visitantes que sólo llegan para tocar la nieve y jugar con ella-, está Urano, donde se entrenan los equipos internacionales. Navarro es quien se ocupa cada año de preparar las pistas para ellos. "Piden un pisado especial, para hacerlas más rápidas. Vienen de Suiza, Austria o Francia, con sus especialistas en nieve, que nos piden saltos y compactar mucho la nieve para mayor velocidad. No hay mejores pistas de entrenamiento que éstas."




Relajarse, un desafío
"Hay gente que esquía con la música a fondo y terribles auriculares. Así, pierde percepción del piso, algo muy peligroso", comenta Gabriel Chiguay, jefe de pistas, que no deja de sorprenderse por algunas actitudes que llegan de la ciudad. "Muchos de los que manejan sus autos mientras hablan por celular, también lo hacen esquiando."
A cargo de un equipo de 53 personas, que se dividen en tres grupos -fabricación de nieve, máquinas pisanieves y seguridad y socorro-, y de su perro de rescate, Cutral, Gabriel explica que su trabajo se basa en la prevención. Para eso, a los sistemas para generar avalanchas se suman nuevos elementos cada año, y los integrantes de su equipo también se actualizan con cursos en la montaña.
Las Leñas cuenta con sistemas de explosivos telecomandados. Desde la oficina central, en la base, se realizan las detonaciones que provocan avalanchas preventivas. Para eso, se instalaron este año cinco nuevos Gazex, sistema de última generación, para agilizar la apertura de las pistas luego de las nevadas y controlar el manto de nieve.
"También tenemos estaciones nivometeorológicas, que te permiten ver en tiempo real la situación de la nieve. El esquiador tal vez mira un nanómetro desde la silla y piensa que son unas copitas dando vuelta, pero son elementos fundamentales, porque nos permiten conocer la dirección y velocidad del viento durante la nevada."
Para situaciones de emergencia de los esquiadores, los puestos de socorro están en los retornos de tres medios de elevación. Desde ahí salen los pisteros cuando reciben una alerta. "No deberíamos tardar más de cinco minutos en llegar al lugar donde se pide el auxilio -continúa Chiguay, que destaca el uso de los teléfonos móviles en estos casos-. Se ha ganado mucho tiempo en el envío de alertas desde que los esquiadores tienen señal en la montaña."
Hay cambios culturales y también de los materiales que se utilizan. Los esquíes y las tablas de snowboard alcanzan velocidades cada vez mayores. "Y a medida que la gente tiene mejor nivel de esquí, también arriesga más." Por eso fortalecen las campañas para el uso del casco y están más atentos a las actitudes de los esquiadores, a quienes les deben advertir muchas veces en forma personal.
"La montaña es un espacio de libertad, donde uno se tiene que sentir cómodo. Siempre vamos a defender eso. Pero también hay momentos en los que tenés que decidir si cerrar o no una zona, cuando las condiciones son riesgosas. Tal vez por eso no somos agradables para muchos, pero alguien lo tiene que hacer", continúa.
En cuanto a los rescates, sistemas electrónicos como el Arva y el Recco -para la detección de personas en caso de avalanchas- son muy efectivos, además de fundamentales en salidas fuera de pista , uno de los principales atractivos del valle. "Pero el equipo de rescate canino es aún mejor que los medios electrónicos. Creo que van a pasar muchos años hasta que un sistema supere al olfato del perro", concluye Gabriel, mientras le acomoda el chaleco a su compañero Cutral para salir juntos en la foto.




EL SUEÑO DEL PISTERO
Esperan en los retornos de tres medios de elevación. Tras recibir la alerta de un posible accidentado, uno desciende y evalúa la situación. Luego informa el caso y, si es necesario, baja uno de sus compañeros con una camilla. Ellos son los pisteros de socorro, una tarea imprescindible. "Cuando llegamos al sitio alertado, aseguramos nuestros esquíes y vemos si la persona está consciente. Le preguntamos si se acuerda dónde está, dónde le duele... Luego, si hace falta, baja el segundo pistero con el material que necesite", detalla Mauricio Rojas, de 29 años, que es de San Rafael y conoce la montaña desde pequeño. "Mi abuelo alquilaba un campito cerca y yo andaba caminando con los animales y dando vueltas con él", recuerda. En Las Leñas comenzó en medios de elevación y pasó a pistero, que era su gran deseo, tras rendir el examen.
"Hay esquiadores que se equivocan de pista, porque no se informan antes de subir", agrega Nicolás Mancifesta, de 25 años, que nació en Mendoza y está en la mitad de la carrera para ser contador público. Aún no sabe si su futuro será una oficina o una montaña. Por ahora, ya trabajó de pistero socorrista en Europa y ahora en Las Leñas, su sueño.
Pablo Araya, de 32 años, hace once temporadas que está en este centro. Nacido en Malargüe, empezó en Las Leñas en la cocina del personal, pasó por los medios y se capacitó para llegar a la pista. Aprendió a esquiar a los 21, y en cuatro temporadas ya era pistero. "Aprender tan rápido depende de la habilidad y sobre todo de las ganas de cada uno."
Martin Wain para Diario La Nación, Julio de 2011.

martes, 12 de julio de 2011

Roma una ciudad que sorprende...

Roma es una ciudad que sorprende. A pesar de los miles de turistas que diariamente la recorren aún conserva la magia de sus calles, edificios y romanos que la hacen especial e inolvidable... 


Hicimos un stop en Roma regresando desde las Ciclades. Una vez mas reincidimos en nuestro hotel favorito, el Sofitel Villa Borghese, con su estupenda vista desde el bar de la terraza. La ciudad estaba más linda que nunca y tan vital como años anteriores.  Despues del estilo easy going de Mykonos y Santorini, Roma siempre es un contraste impactante. 


Utilizamos el primer dia para perdernos nuevamente en el centro histórico y casi sin darnos cuenta llegamos al Tiber, frente a Castel Santangelo! Decidimos cruzar y ver si estábamos a tiempo de ingresar al Vaticano. Para nuestra sorpresa, todavia era posible … y casi nadie recorriendo el lugar! El silencio en el interior de la basilica era impactante porque habitualmente la enorme cantidad de visitantes llena el lugar de conversaciones y flashes inevitables. Esta vez era casi palpable la fuerza espiritual del lugar, e imposible no evocar la larguísima línea de hechos históricos  que se extendía hacia siglos anteriores. 


De regreso al hotel elegimos la Via del Corso, donde descubrimos la Galeria Alberto Sordi, un espacio de arquitectura clásica destinado a centro comercial … muy al estilo de su par Vittorio Emanuele en Milan. Y claro, no pudimos resistir la tentación de tomar un capuccino en el café que hay debajo de la cupula central. 
 

Ya muy cerca del hotel optamos por cenar temprano en uno de los tradicionales restaurantes al pie de las escalinatas de Piazza Spagna … fantástico cierre del día ya que conseguimos imprevistamente una mesa en la terraza!  


 Cansados y muy distendidos subimos hasta Trinita dei Monte y regresamos al hotel imaginando los paseos del dia siguiente!

Fuente: Thennat Travel

miércoles, 6 de julio de 2011

Nuevo diccionario del viajero exquisito...

De la A a la Z, un completo glosario de términos, tendencias, modas, servicios y caprichos varios para entender el turismo contemporáneo sin perderse en el camino...




AMENIDADES
Elementos básicamente de higiene personal que el huésped encuentra en su habitación de hotel y puede llevarse sin culpa en caso de no usar. Desde el champú hasta el costurero, estos pequeños objetos hacen una gran diferencia cuando son productos de marcas de alta gama, sobre todo para el viajero que olvidó comprar algún regalo antes de volver a casa (las batas no son amenidades, vale aclararlo). De los cinco estrellas porteños, la nota en esta categoría la da el Palacio Duhau Park Hyatt: le encargó el desarrollo de su línea de amenidades de baño al premiado diseñador argentino Celedonio Lohidoy.

AUDIOGUIAS
Sistema popularizado en museos de todo el mundo que permite oír las explicaciones a medida que se avanza por las salas o se ubica frente a una obra. Adaptado a la era 2.0, cada vez son más las ciudades que ofrecen descargar estas guías desde páginas Web para usarlas desde el teléfono, el reproductor MP3 o el GPS del auto, con la ventaja en este último caso de obtener la información en tiempo real, según la ubicación del viaje.

BABYMOON
Ultimas vacaciones de una pareja antes de tener su primer hijo. Escapada romántica de características similares a la tradicional luna de miel (champagne, room service, masajes), pero que representa, en lugar de una bienvenida al matrimonio, una despedida de la apacible vida sin chicos.


BAJO COSTO
Categoría de distintos tipos de servicios turísticos que indica tarifas más económicas. Es aplicable a hoteles y cruceros, por ejemplo, pero se la utiliza sobre todo con las aerolíneas. Las compañías aéreas low cost se caracterizan por ofrecer pasajes más baratos mediante el recorte de servicios a bordo (como las comidas y bebidas), la operación de una flota homogénea con mantenimiento simplificado, el uso de aeropuertos alternativos y la prescindencia de oficinas de atención al público. Ryanair (Irlanda), easyJet (Inglaterra), Air Asia (Malasia) y Virgin Blue (Australia) son algunas dentro de este modelo. Ciertas compañías tradicionales lanzaron sus propias empresas de bajo costo, como germanwings (controlada en un 49% por Lufthansa) y Jetstar de Qantas.

BIOMETRICO (PASAPORTE)
Creados hace unos años para combatir el terrorismo, el pasaporte incorpora un chip electrónico con datos personales, imágenes faciales, huellas dactilares, iris del ojo, rasgos faciales y firma digitalizada, entre otros. Muchos países de la Comunidad Europea ya emiten este pasaporte electrónico. Por ejemplo, Estados Unidos exige que los que ingresan en el país con el programa de Exención de Visa deben hacerlo con un pasaporte biométrico.

BOUTIQUE
El clásico término francés devino adjetivo casi universal para definir establecimientos con propuestas sofisticadas para pocos. Primero fueron los hoteles boutique, como una alternativa personalizada y de pocas habitaciones, ante las grandes cadenas. Luego se extendió el término a restaurantes, bodegas, centros de esquí y otros lugares generalmente más pequeños que sus precios. Palermo tiene la mayor concentración de hoteles boutique por metro cuadrado de la Argentina.

CLASE INTERMEDIA
Ni tan apretado como en clase turista ni tan placentero como en ejecutiva o primera. Cada vez más aerolíneas incorporan a su oferta una nueva clase intermedia, genéricamente conocida como premium economy, para quienes pretenden mayor comodidad que en económica sin llegar a la tarifa business. Surgió como una alternativa durante la crisis global de 2009 con diferentes nombres: economy confort (Delta), premium voyageur (Air France), classica plus (Alitalia), entre otras.

COUCHSURFING.ORG
Sitio Web donde se encuentran viajeros en busca de alojamiento alternativo en casas de particulares y quienes ofrecen hospedaje en sus sofás (coachs). En línea desde 2004, la comunidad cuenta con casi 3 millones de usuarios registrados en casi 246 países.

CRUCERO TEMATICO
En busca de diferenciarse y segmentar por afinidades a los pasajeros, algunas compañías navieras ofrecen salidas temáticas, como cruceros gay, de fitness, para solas y solos, de música, de gastronomía, de baile, de humor, etcétera.

DAY USE
Utilización de una habitación y las instalaciones del hotel por unas horas o por el día, sin pasar la noche y con una tarifa reducida.

FAVELA TOURS
El caso emblemático de visitar sitios que tradicionalmente no están dentro del circuito turístico, considerados marginales, pero que hablan mucho de la ciudad donde están. En Río de Janeiro desde hace unos años se ofrecen visitas guiadas por la Rocinha, la villa más grande de la ciudad.

GASTROHOTEL
Nueva categoría (informal) de hoteles pertenecientes o manejados por chefs de renombre y, por lo tanto, con un acento en la propuesta gastronómica. Ejemplos: Selenza, de Madrid, regentado por Ramón Freixa, y el Eme Catedral, de Sevilla, con restaurante regenteado por el vasco Martín Berasategui. En esta parte del mundo se podrían mencionar Garzón, de Francis Mallmann, en Uruguay, y los Fasano, del clan restaurateur brasileño del mismo apellido en San Pablo, Río y Punta del Este.

GLAMPING
(Del inglés glamour + camping)
Combina la vida de campamento, en contacto con la naturaleza, pero en carpas lujosas, con todos los detalles y las comodidades, casi como un hotel cinco estrellas. Además de las carpas tradicionales, ahora también se utilizan yurts (estructura típica de los mongoles), carruajes antiguos y tipis (tienda cónica originaria de Estados Unidos).

HEALTH CLUB
Area de un hotel destinada al bienestar físico y la recreación. Suele incluir el spa, el gimnasio y la pileta con deck para tomar sol. Recibe clientes (socios o por el día), sin necesidad de que se alojen en el hotel.




HELISKI
Modalidad de esquí extremo que consiste en ser trasladado en helicóptero a zonas de la montaña inaccesibles para deslizarse por nieve virgen y fueras de pista. En la Argentina se puede practicar en Las Leñas y en el Cerro Catedral.

KIWI BALL
Grandes pelotas de plástico duro para meterse y rodar, deslizándose por una pendiente o montaña.
Una alternativa menos extrema son la pelotas inflables (llamadas water walking ball) con cierre hermético, que se popularizaron en los lugares de vacaciones para meterse e intentar pararse y caminar como un hámster, sin mojarse.

LATE CHECK OUT
Dejar la habitación del hotel más tarde que el horario estipulado para el check out, que suele ser a la mañana. Algunos hoteles ofrecen el late check out como un extra o también como una promoción especial.
MARCA PAIS
Concepto de marketing turístico para promocionar un país (o una ciudad) y posicionarlo con determinadas características. Suele crearse un logo, un slogan y una campaña publicitaria integral para difundir el destino.
MENU DE ALMOHADAS
Algunos hoteles de lujo ofrecen la posibilidad de elegir la almohada preferida por cada viajero. Entre las opciones, superblanda, firme, para personas con problemas cervicales, hipoalergénica, etcétera. Los ofrecen el Alvear y el Sofitel, entre otros.
MODO AVION
Función de los celulares más modernos y otros dispositivos electrónicos que bloquea la transmisión y recepción de señales. Se desactiva la señal telefónica, de radio, Wi-Fi o Bluetooth y la recepción de GPS.
En cambio quedan habilitadas funciones que no requieren la utilización de la parte de radiofrecuencia como reproductor de MP3, bloc de notas o los juegos. Durante el vuelo (no en el aterrizaje ni en el despegue) se permite utilizar los celulares en modo avión.

PET FRIENDLY
Alojamiento que recibe como un pasajero más a las mascotas junto a sus dueños. En algunos casos los animales pueden convivir en las mismas habitaciones y en otros tienen áreas exclusivas.


 
PISO EJECUTIVO
En hoteles de lujo, pisos con habitaciones de más categoría que las estándar y acceso restringido sólo a los pasajeros que se alojan en el sector. Suelen tener Business Center y áreas especiales para desayunar y también para tomar o comer algo durante las 24 horas, sin costo extra. El Hilton y el InterContinental, entre otros, ofrecen el servicio.

SLOW TRAVEL
Derivación del movimiento slow que propone viajes lentos, relajados, sin apuros, responsables con el medio ambiente y distanciados de los circuitos turísticos tradicionales. Las premisas del viajero slow son: preferir los medios de transporte amigables con el medio ambiente, como tren, bote, bicicleta o caminata; conocer cada lugar en profundidad; relacionarse con los nativos y sus costumbres; inclinarse por alojamientos con trato personalizado y gastronomía típica de cada lugar; evitar los paquetes todo incluido y cuidar el medio ambiente.
SNOWPARK
Reservado para esquiadores y snowboardistas intrépidos, son áreas que ofrecen los centros de esquí para practicar piruetas, trucos y saltos.
Suele haber módulos como barandas, cajones y pipas de diferentes grados de dificultad para realizar las pruebas.

STAYCATION
(Del inglés stay + vacation)
El término surgió en los últimos años con las crisis económicas y se define como pasar las vacaciones en casa. Los que practican el staycation tienen que convertirse en turistas por el día y visitar museos, parques, ir a piletas, asistir a festivales e ir a lugares cercanos, siempre con la sensación de estar plenamente de vacaciones.

ULTIMO MINUTO
Ofertas para compra inmediata, casi compulsiva, que crecieron y se consolidaron con la venta de servicios turísticos por Internet. Las agencias online, las aerolíneas, los cruceros, los hoteles, etcétera, suelen tentar a los viajeros con promociones a precios increíbles, en algunos casos para viajes inminentes, con la única condición de comprarlos ya.

UP GRADE
Ascenso de categoría, que se puede utilizar tanto en el transporte aéreo como en hotelería, para pasar de la clase turista a business o a una habitación más costosa. Por ejemplo, se puede conseguir el up grade utilizando millas o en hotelería suele haber promociones que ofrecen pagar la tarifa de una habitación y alojarse en otra mejor.

WEB CHECK IN
Hacer el chequeo, que habitualmente se realizaba en los mostradores de la aerolínea, por Internet, desde casa. Se ingresan los datos de la reserva (ticket electrónico) y del pasajero en la página Web de la aerolínea, se elige el asiento en el que se desea viajar y se imprime el boarding pass que habilita para subir directamente al avión. Si hay que despachar valija se deja en un mostrador especial. El uso está más extendido en los vuelos domésticos.

Diario La Nación, Julio de 2011.-

miércoles, 29 de junio de 2011

Trenes de Leyenda...


Del Orient Express al Transiberiano y el Palace on Wheels, una confortable y pintoresca forma de conocer el mundo. Mitos, historias y recorridos fascinantes a bordo de los trenes más famosos...



 
Hace pocos meses, en diciembre de 2010, el historiador británico Tony Judt publicó en The New York Times un ensayo titulado “La gloria de los ferrocarriles”, donde subrayaba que “lo que parecía pasado de moda –viajar en tren– ha vuelto a ser moderno”. Y se preguntaba por qué. Para Judt, las razón es clara: los ferrocarriles han hecho posible la experiencia arquetípica de la Modernidad, o sea, el viaje como placer y aventura. “Lo que parecía la encarnación de la Posmodernidad –un mundo con autos y aviones, posferroviario– demostró ser, como muchas otras cosas entre las décadas de 1950-1990, sólo un paréntesis, impulsado, en este caso, por la ilusión del petróleo eternamente barato y el culto de lo privado”, decía Judt. Para él, las grandes estaciones ferroviarias construidas a finales del siglo XIX en Europa, Asia y América –entre otras, la Gare de l’Est en París (1852), Paddington Station en Londres (1854), Victoria Station en Bombay (1887)– valen tanto como las catedrales medievales, “deben ser preservadas por ellas y por nosotros”. Ellas y los trenes son el símbolo de la sociedad y la vida modernas, porque representan a individuos que han aprendido a compartir el espacio público –de eso trata la experiencia del viaje ferroviario– en beneficio mutuo.

Sí, los viajes en tren no son cosa de museo. Dos símbolos opuestos lo demuestran: el renacimiento de los trenes míticos –como el Orient Express– que proponen verdaderos “cruceros” sobre ruedas, simultáneamente con la construcción del Qingzan Railway de China, que desde 2006 une Lhasa –capital del Tibet– con las ciudades de Beijing y Shanghai bordeando el Himalaya.
Los trenes mencionados aquí son excepcionales: ya sea por su historia, por los paisajes que atraviesan y por la experiencia cultural que proponen. O porque en algunos casos cruzan continentes, o representan hazañas de la tecnología. Algunos de ellos ofrecen servicios de extremo lujo, otros no; pero todos son legendarios.

“En un mundo crecientemente globalizado y homogeneizado, debemos celebrar la diferencia y la individualidad de los trenes en todo el mundo. Los autos son tediosamente universales y los aviones lucen siempre iguales, pero los trenes son diferentes apenas se cruza una frontera. Diferentes en estilos, en tecnología, en clientela, en experiencias culturales”, anota Andrew Eames, editor de la guía “Great train journeys of the world”, publicada por Time Out en 2009.

A pesar de ser tan diferentes entre sí, los trenes tienen algo en común. Como dice Eames, hacen más estrecha la relación entre el viajero y su entorno porque atraviesan montañas y ciudades, abismos y llanuras, metiéndose en el patio trasero de un país. Los aviones no permiten ver nada de eso, mientras en una autopista habitualmente se ven las luces y el baúl del auto que va adelante.

Además, los trenes permiten tomarle el pulso a un sitio porque transportan un “recorte” de la sociedad local –además de los turistas– y de eso puede nacer, a veces, una conversación. O sea, historias: “Yo buscaba trenes y encontré pasajeros”, admitió Paul Theroux en uno de sus más populares libros de viajes, “El gran bazar del ferrocarril”.
Hay además una cualidad especial que distingue al tren de otros medios de transporte. Como la ruta está fijada, le permite al viajero distraerse, imaginar.


 
Vagones y poesía

“El viaje terminado no se parece mucho a aquel que habíamos planeado, los rieles no cesan de proponer un diálogo fecundo entre el sueño y la realidad. Mañana tomaremos otros trenes, descubriremos nuevos territorios, nos enamoraremos de las estaciones, tejeremos nuestros futuros recuerdos bendiciendo las casualidades, hermosamente reunidas por el viaje en tren”, dice el francés Baptiste Roux en “La poesía del riel, pequeña apología del viaje en tren”.

De esas casualidades creadoras puede dar fe la escritora Agatha Christie, entusiasta viajera del Orient Express. “Toda mi vida quise viajar en ese tren. Era mi favorito, me gustaba su tempo “allegro con fuoco”, sus ruidos, balanceándose de un lado a otro en el apuro por abandonar Occidente. Había una sutil diferencia cuando se pasaba de Europa a Asia, era como si el tiempo perdiera sentido”, dice Christie en su autobiografía.

Ella viajaba habitualmente desde la Victoria Station de Londres hasta la estación Sirkeci en Estambul –más de 3.300 kilómetros– para ver a su marido, el arqueólogo inglés Max Mallowan, que hacía excavaciones en Siria e Irak. En 1931 la escritora volvía hacia Londres cuando el tren se detuvo por una inundación en Pythiou, Grecia. La espera duró un par de días y entre los pasajeros había aristócratas europeos y millonarios estadounidenses, junto a uno de los directores de la empresa responsable del Orient Express, la Compagnie Internationale des Wagons Lits. Aquella espera forzada y la variedad de nacionalidades –además del secuestro, entonces reciente, del hijo del famoso aviador Lindbergh– inspiraron a Christie. La escritora imaginó al Orient Express detenido en los Balcanes por la nieve, pasajeros sospechosos y un crimen que debe resolver el detective Poirot. La novela tuvo tanto éxito que cuando el auténtico Orient Express agonizaba –hacia el año 1977 dejó de funcionar regularmente– un millonario, James Sherwood, compró los vagones que habían sido restaurados para la versión cinematográfica –realizada en 1974 con Albert Finney, Lauren Bacall y Sean Connery– en un remate en Montecarlo.

Sherwood encontró los vagones originales hechos en la década de 1920 y relanzó el Orient Express. Conservó el pedigrí de este tren creado en 1883 por el belga Georges Nagelmackers; no le vendió el alma al diablo, no instaló gimnasios o jacuzzis en estos coches que testimonian la “edad de oro” del ferrocarril. Hoy el recorrido une París con Estambul sólo una vez al año, cuando se reúne el cupo de pasajeros dispuestos a pagar hasta catorce mil dólares por una suite doble. Otra ruta habitual del Orient Express es la que va de París a Venecia por el túnel de Simplon, bajo los Alpes.

Un modelo y sus réplicas

Los trenes al estilo del Orient Express crearon el turismo moderno, explica el estudioso Patrick Poivre d’Arvor en su libro “La edad de oro del viaje en tren”. Justamente, la agencia de viajes Thomas Cook nació con la venta de tours planificados en ferrocarril. Desde 1890 en cada capital europea se construyeron hoteles para aquellos exigentes viajeros; es el caso –entre otros– del centenario hotel Pera Palace en Estambul. El modelo del Orient Express inspirado en la época en que los aristócratas europeos viajaban en los coches Pullman de la empresa Wagons Lits –con cinco comidas diarias, servidas en platos de porcelana china y cubiertos de plata– tiene ahora sus réplicas en varios países del mundo.

En el norte de la India, desde 1982 corre entre abril y setiembre el espléndido Palace on Wheels, con 14 vagones que llevan el nombre de cada uno de los principados de Rajasthan, la tierra de los maharajás. Nueva Delhi, Udaipur, Jaipur, Agra, son algunas de las estaciones: el paseo dura una semana y los pasajeros pernoctan en antiguos palacios reales que –más allá de los lujos– son testigos de toda una época. Muchos años antes, en 1936, el escritor francés Jean Cocteau hizo el recorrido con un libro en las manos, “Kim de la India”, de Rudyard Kipling.

En el sudeste de Asia, entre Singapur y Bangkok –casi 2 mil km en la ruta de los relatos de Graham Greene, que pasa por Penang y Kuala Lumpur– corre desde 1993 otro “crucero” sobre ruedas: The Eastern & Oriental Express. Sus vagones decorados por el francés Gerard Gallet con fina marquetería y lacas tailandesas, evocan al “Shanghai Express” de 1932. El tren atraviesa el célebre puente sobre el río Kwai, construido por Japón en 1942 con prisioneros ingleses durante la guerra, que inspiró la novela de Pierre Boulle y la película de David Lean, en 1957.

La lista podría seguir con otros trenes suntuosos, que remiten al modelo del Orient Express. Es el caso del Royal Scotsman, que atraviesa las Highlands, las tierras altas de Escocia. En el norte de España, el Transcantábrico une a Santiago de Compostela y San Sebastián. La propuesta de The Canadian, que va desde Toronto a Vancouver atravesando buena parte de Canadá, rescata la herencia de los trenes de línea transcontinentales, los “Superliners” de estilo estadounidense.

China, que ahora está construyendo miles de kilómetros de vías para trenes de alta velocidad, también rescata algo de aquellas tradiciones ferroviarias con el “Shangri-La Express”, la versión más confortable del Qingzang Railway que desde 2006 une Lhasa –en el Tibet– con Shanghai y Beijing. En el Tangula Pass, las vías trepan a 5.072 metros –hoy es el tren más alto del mundo– para atravesar las montañas. El nombre, Shangri-La, alude al mítico paraíso ubicado más allá del Himalaya. En el idioma chino, Qinzang significa Tibet: en Lhasa, los viajeros se fascinan con el palacio Potala o el templo Jokhang. Pero antes de llegar, la antigua capital de la “ruta de la seda”, Xian, espera con sus guerreros de terracota, milenarios guardianes de la tumba del emperador Qin Shihuang.



 Del tiempo y la distancia

En Sudáfrica, el sueño que hacia 1890 impulsó el millonario Cecil Rhodes –unir por ferrocarril Ciudad del Cabo y El Cairo– se escenifica hoy en el Blue Train que sale de Ciudad del Cabo y llega hasta Pretoria, en un viaje a través de Table Mountain, el desierto de Karoo y el pueblo de Kimberley –ligado a la minería de de diamantes– además de Johannesburgo. Otro tren, The Pride of Africa, va más al norte de Pretoria –a través de Botswana y Zimbabwe– para detenerse frente al río Zambezi: las vías llegaron allí en 1905, mediante un espectacular puente junto a las cataratas de Victoria Falls. La pasión por este paisaje sudafricano viene de lejos: “Este es un país de leones, jirafas y antílopes, aunque los animales no se dignaron a aparecer para inspeccionar nuestro tren. Pero en una estación, el maquinista nos mostró el esqueleto de un elefante que, el año pasado, se quedó dormido en los rieles y provocó una demora de trece horas”, escribía en 1913 la exploradora Ethel Bagg en su libro “Cape Town to Victoria Falls”.

Otros trenes ofrecen placeres para sibaritas, pero el Transiberiano tiene la magia de su nombre y ofrece tiempo. El tiempo disponible en un viaje de 9.300 kilómetros, desde Moscú a Vladivostok. “Muchos hombres, aunque no los mejores, son felices cuando la pregunta ¿qué debo hacer? resulta innecesaria. Por eso me gusta el Transiberiano, porque uno yace en su camarote, justificadamente inerte”, escribía en 1933 el cronista viajero Peter Fleming en “One’s company”. Peter era el hermano de Ian Fleming, que, por cierto, en algún relato ubicaría a su espía, James Bond, en el Transiberiano.

Es que se trata de un tren y un mito: sobrevivió a un siglo de revoluciones, guerras, hambrunas, heladas, inundaciones. Construirlo llevó décadas, desde que el zar Alejandro III tomó la decisión en 1891 –quería asegurar la base naval de Vladivostok ante la creciente potencia militar de Japón– hasta la terminación, en 1916, luego de superar el lago Baikal y el río Amur. Se dice que Lenin y Stalin viajaban en los coches de la Wagons Lits confiscados por la revolución rusa de 1917, anticipada proféticamente en las visiones de “La prose du Trans Siberien et de la petite Jeanne de France”, un poema vanguardista que el suizo Blaise Cendrars publicó en 1913 en París. “Las vías son una geometría nueva”, escribió Cendrars en su poema. En Rusia nadie dudó de esa geometría: el Transiberiano es la columna vertebral del país, por eso en la década de 1950 la Unión Soviética electrificó la línea, que extendió sus ramales por Mongolia hacia China y Manchuria.

Así como Rusia no puede pensarse sin el Transiberiano, Estados Unidos tiene otra leyenda ferroviaria, The California Zephyr, el tren que une Chicago y San Francisco por la ruta abierta en 1869 con el primer ferrocarril transcontinental. La idea fue del presidente Abraham Lincoln, quien en 1862 autorizó a dos empresas –la Union Pacific desde Omaha hacia California, la Central Pacific desde Sacramento– para construir la línea. Demorada por la Guerra Civil hasta 1867, la traza ferroviaria debió atravesar los desiertos de Utah, la Sierra Nevada y la cordillera de las montañas Rocallosas.

Antes del tren, el viaje duraba seis meses: para llegar a California los viajeros debían dar la vuelta en barco por el Cabo de Hornos o intentar el cruce por los pantanos de Panamá. Un gran cineasta estadounidense, John Ford, contó aquella épica del Far West en su película “El caballo de hierro”.

“Un día, poco después de mi nacimiento, uno de nuestros exploradores volvió al campamento muy excitado diciendo que había visto una gran serpiente deslizándose por la llanura. Causó sensación. La observación cuidadosa reveló un hilo de humo que seguía a lo que creíamos que era una serpiente. Era el primer tren de la Union Pacific”, contaba a finales del siglo XIX el jefe indio Standing Bear, de los sioux.

Aquella leyenda continuó en el siglo veinte. En 1934 la empresa Burlington lanzó el Zephyr, el primer tren estadounidense impulsado por locomotoras diesel, con coches Pullman metálicos de diseño futurista, aire acondicionado y duchas en las cabinas. Tenía azafatas, las “Zephyrettes”, además de grandes vagones observatorio –los Vista Dome– para ver el paisaje de las Rocallosas, los ríos y desiertos. Ese tren era un anticipo del California Zephyr, lanzado con toda la pompa en 1949. Fue derrotado en 1969 por los aviones. Pero en 1983 lo relanzó Amtrak –la empresa estatal de ferrocarriles estadounidenses– con flamantes coches que tenían de dos pisos. Y a pesar de todos los augurios, sobrevive.

Es que, probablemente, el historiador Tony Judt razonó bien al escribir: “si perdiéramos los trenes, también deberíamos reconocer que hemos olvidado cómo se vive en sociedad”.
Por Eduardo Pogoriles para Clarín, Junio de 2011.-

lunes, 27 de junio de 2011

Perú: Tras las huellas del Inca...

Un recorrido por la “ruta gringa”, de Lima a Nazca, pasando por Cusco, Puno y Arequipa. Colores y sabores de un itinerario entre la cordillera, las sierras y el Pacífico.

Las nubes parecen resistirse a revelarnos el secreto: mientras el guía, Pedro, comienza su relato, no se ve más allá de tres o cuatro metros. Una densa neblina-llovizna cubre la ciudadela de Machu Picchu, la ciudad sagrada de los incas, en el sur de Perú. Pero de pronto el sol comienza a filtrarse, las nubes a correrse, y la ciudad inca se va revelando poco a poco, como si no quisiera mostrarse toda de una vez. De repente se ve una parte del sector urbano, con sus viviendas, templos y plazas; luego la zona vuelve a cubrirse y se descorre el velo que tapaba las terrazas de cultivo y el río Urubamba, serpenteando furioso al fondo de un enorme cañón. Hasta que las nubes se deciden a terminar su enigmático juego y dejan al descubierto el conjunto coronado por el Wayna Picchu, el cerro que delinea el perfil más famoso de la ciudad inca. Las ruinas impactan, pero tanto como el lugar en el que se ubican: una especie de filo sobre la ladera que une el Machu Picchu (pico viejo) con el Wayna Picchu (pico joven), con las verdísimas terrazas colgadas sobre precipicios.

Quizás algo similar, pensamos, haya experimentado Hiram Bingham, el explorador que dio a conocer esta ciudad escondida, cuando la descubrió para el mundo el 24 de julio de 1911. El descubrimiento de Machu Picchu está por cumplir 100 años, y se preparan grandes celebraciones que son una buena excusa más –como si hiciera falta– para visitar este increíble lugar y, de paso, recorrer otros destinos imperdibles de Perú.
“La ruta del gringo” se denomina aquí al recorrido que elije la mayoría de los turistas que visitan el país. Un circuito que parte de la capital, Lima, continúa en Cusco, el Valle Sagrado y Machu Picchu, sigue hacia el sur, a Puno y el lago Titicaca, y luego cruza hacia el mar haciendo escala en Arequipa. El último tramo atraviesa las misteriosas líneas de Nazca, en pleno desierto, para regresar nuevamente a Lima.

Entre el Altiplano, las sierras centrales y la costa del Pacífico, este recorrido hilvana ruinas monumentales, tradiciones culturales milenarias, volcanes y cumbres nevadas, desiertos y acantilados que dan la cara a un mar de olas embravecidas, sobre las que cabalgan cientos de surfistas. Si Perú hechiza por su fascinante historia relatada en impresionantes ruinas, no menos lo hace por su presente.

La ciudad de los reyes

Más de una vez nos habían dicho que en Lima no había mucho para ver, que no valía la pena, y hasta la guía que llevábamos hablaba de escasos atractivos. No podemos creerlo, ahora, mientras disfrutamos de un pisco sour en El Bolivarcito, el bar del hotel Bolívar, en pleno centro histórico, donde, dicen, se inventó este trago, el cóctel nacional peruano. Y pensamos que lo bueno de llegar sin tantas expectativas a un lugar es que entonces todo tiene derecho a sorprender: el pintoresco barrio de Miraflores y su Calle de las Pizzas, o la colorida y tranquila bohemia del barrio de Barranco, donde bien se puede cantar aquello de Chabuca Granda: el señorío de su ayer, nos dice adiós desde un balcón, disimulando su desdén. O la elegancia de San Isidro, con sus mansiones y su Parque del Olivar, donde aún dan frutos olivos plantados en la época de la colonia.

En los últimos años, la ciudad vivió un renacer envidiable, y el centro histórico, que supo ser oscuro y hasta hostil, hoy es un derroche de bellísima arquitectura colonial. Ese centro colonial es considerado el mayor de América Latina, y por eso la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad. No haga caso a los agoreros de Lima, y disfrute del ambiente de las plazas de Armas y San Martín, unidas por las 5 cuadras del Jirón de la Unión.

Otro símbolo de la reciente recuperación limeña es el Parque de la Reserva, un enorme espacio que ocupa terrenos antes baldíos y abandonados. Allí hay ahora 13 fuentes que forman un “circuito mágico del agua”, donde distintas fuentes ornamentales lanzan potentes chorros que se combinan con música, luces y láseres que proyectan imágenes en movimiento en paredes de agua. Guinnes lo certificó como el complejo de fuentes más grande del mundo, y con la fuente más alta de un parque público: una de ellas lanza sus aguas hasta 80 metros de altura.

El ombligo del mundo



Mama Ocllo y Manco Cápac surgieron de Isla del Sol, en medio del lago Titicaca, y recibieron del padre Inti (Sol) una vara de oro y el encargo de establecerse allí donde esa vara se enterrase fácilmente en el suelo. Recorriendo las montañas, llegaron a las laderas del cerro Huanacaure, en Cusco, donde la vara se hundió en la tierra hasta desaparecer, señalando el sitio adecuado para establecer la capital del nuevo imperio, el “ombligo del mundo” (qosqío, en quechua).

Escuchamos la historia de boca del guía Bernabé mientras recorremos, en pleno centro de Cusco, el templo de Qoricancha. Qori, en quechua, significa oro, y qancha, lugar cercado, limitado por muros, por lo que este sonoro nombre se traduce como “cerco o recinto de oro”. Y es que aquí los incas habían levantado construcciones con paredes recubiertas de gruesas láminas de oro. Y así como Cusco fue centro y ombligo del mundo, Qorikancha fue el centro religioso del Cusco, es decir, el centro del centro. Es el sitio del que partían los caminos principales hacia las cuatro principales partes del universo, o las cuatro zonas en las que se dividía el Tawantinsuyu, el gran imperio inca.

Luego llegaron los españoles, y con ellos el saqueo y la destrucción. Del oro no quedan más que las historias, y sobre las bases del templo inca se levantó luego el convento y templo católico de Santo Domingo. Pero a Cusco se viene a comprender la historia inca y tratar de captar algo de aquella sabiduría, además de, claro, disfrutar de la belleza de la ciudad, con una hermosa Plaza de Armas rodeada de impresionantes edificios como la Catedral, la iglesia de la Compañía de Jesús y esas casas con balcones de madera que dan a la calle Plateros, y donde tomar un buen café al atardecer es un placer ante el cual el mismo inca Pachacútec se rendiría.

“¿Quieren que les explique lo que se puede ver aquí?”, nos pregunta una simpática niña que dice llamarse Alelí, que tiene 13 años y que nos puede contar muchas cosas alrededor del palacio de Inca Roca, o Hatun Rumiyoc, en el centro de Cusco. Y mientras vamos girando en torno al impresionante muro de piedra, nos cuenta las técnicas de construcción incas, cuyos muros resistieron todos los sismos, y la importancia de la serpiente, el puma y el cóndor en la cosmovisión andina, entre otras cosas. Y culmina explicando la simbología de la famosa piedra de los 12 ángulos. “Espero lo hayan disfrutado”, dice, sonríe y regresa en busca de otros turistas, dejándonos de regalo diez encantadores minutos.

Las calles animadas, el barrio bohemio de San Blas, el ambiente festivo y cosmopolita, son tan atractivos como el conjunto de ruinas que rodean la ciudad, encabezado por la monumental fortaleza de Sacsayhuamán, donde cada 21 de junio se celebra el Inti Raymi (Fiesta del Sol). Hay que perderse por las calles de Cusco esquivando a vendedores de todo lo imaginable que acosan a cada paso, y aunque alojarse en el hotel Monasterio sea un lujo para pocos, hay que al menos asomarse a contemplar este impresionante edificio del siglo XVI, que alberga el mejor hotel de la ciudad.

De Cusco salen las excursiones al Valle Sagrado, con poblados como Pisac –con un imperdible mercado–, Chinchero o Urubamba, y también los buses que, en unas 5 ó 6 horas, unen este ombligo del mundo con Puno, bien al sur, a orillas del lago Titicaca.

El lago y las islas



Aunque no es una ciudad pintoresca, Puno –“capital del folclore peruano”– está a orillas del lago navegable más alto del mundo (3.810 metros), y cerca de sus costas alberga uno de esos atractivos curiosos que figuran en cualquier mención turística del Titicaca: las islas de los Uros, una etnia que hace ya siglos decidió alejarse de las amenazas mudándose a islas flotantes hechas de totora, una caña que crece en las orillas.

Los tours desde Puno van rotando entre las más de 40 islas, para que todas reciban los beneficios del turismo. Al llegar a la que nos toca nos recibe Bonifacia, con su familia y una envidiable sonrisa, y nos muestra una pequeña huerta en la que cultiva unos pequeños papines. La vida de los uros depende absolutamente de la totora, ya que no sólo es comestible, sino que con ella hacen las islas, las viviendas, las embarcaciones, los colchones, las artesanías. El hombre de la familia explica cómo construyen las islas, capa sobre capa de totora –cuando llegan al sitio en que quieren quedarse, simplemente echan el ancla–, y cómo cada tanto tienen que ir renovando las capas que se van descomponiendo. Si hay una pelea con el vecino, la solución es sencilla, dice, y muestra un serrucho: “Uno corta la isla en dos y se muda navegando con su mitad”.

Hay mucho más para ver en la zona, como las islas Suasi, Amantaní y Taquile, conocidas por sus ancestrales técnicas de tejido y sus construcciones precolombinas; o las chullpas funerarias de Sillustani, pero nos espera el bus que, en unas 6 horas, nos dejará en Arequipa, la “ciudad blanca”.

Ciudad blanca y cóndores



Arequipa es la segunda ciudad del Perú, y sin dudas una de las más bellas del país, con su impecable centro colonial, blanco por razones de fuerza mayor. Sucede que tras los varios terremotos que fueron derribando la ciudad original, los edificios se reconstruyeron con sillar, una roca volcánica y blanca de la zona.

La blancura de Arequipa reluce bajo los rayos del sol mientras recorremos la ostentosa Plaza de Armas y las coloniales calles céntricas, rumbo al imperdible monasterio de Santa Catalina, una “ciudad dentro de la ciudad”, rodeada por gruesos muros. Este convento supo alojar a monjas de clausura de las más encumbradas familias españolas, y aunque aún viven aquí varias hermanas, hoy se pueden recorrer los laberínticos pasillos y corredores, caminar por las calles a las que dan las celdas en que vivían las religiosas –calles Córdova, Toledo, Burgos–, los claustros, el patio de los naranjos o la plaza Zocodober. Y todo bajo la inmutable silueta del volcán Misti, sereno guardián de la ciudad.

Pero regresamos temprano, porque nos convoca una excursión de dos días al Cañón del Colca, uno de los más profundos del mundo y donde, nos prometen, veremos cóndores en majestuoso vuelo. La combi nos busca temprano a la mañana, y partimos junto a un español, dos belgas y dos estadounidenses, por un camino que serpentea entre altas cumbres –llega a 5.000 metros de altura–. Luego de detenernos a admirar vicuñas y alpacas, y atenuar la altura con un té de coca, en unas 4 horas llegamos al pueblo de Chivay, en el impactante paisaje verde del Valle del Colca, donde las mujeres collagua llaman la atención con unos fantásticos vestidos delicadamente adornados con infinitos colores. Nos espera una tarde tranquila y la visita a las piscinas termales, con aguas a 37 grados entre montañas y valles.

Pero el segundo día salimos temprano rumbo a la Cruz del Cóndor, mientras vemos cómo, a mano derecha, el río Colca va quedando cada vez más abajo, y se va encajonando. En sus 100 km de largo, el Cañón del Colca discurre entre altos volcanes –como el Coropuna, de 6.613 metros– y en su parte más profunda supera los 3.000 metros hasta el lecho del río. En Cruz del Cóndor, distintas explanadas de cemento conectadas con escaleras y senderos asoman al abismo. “Hablen despacio y no hagan ruidos, que creo que hoy es un buen día y tendremos suerte”, nos dice el guía antes de bajar. Y tenía razón: a los 5 minutos aparece el primer cóndor, y de inmediato olvidamos aquellos consejos y gritamos de la emoción.

Entonces la mañana se transforma en una fiesta, y son varios los cóndores que van y vienen entre las montañas, y planean, majestuosos, entre las cumbres nevadas. Cuando pasan rasantes, a pocos metros de nuestras cabezas, alcanzamos a percibir el zumbido del aire entre sus plumas. Inolvidable.


Las líneas misteriosas



Es una noche de bus entre los 2.350 metros de altura de Arequipa y los menos de 600 de Nazca, en medio del desierto de la Pampa de Jumana en el que, en 1939, el científico estadounidense Paul Kosok detectó unas curiosas marcas en la tierra que consideró un sistema de canalización de agua. Sin embargo, se había topado con uno de los más grandes misterios del planeta, aún irresuelto: las enigmáticas líneas de Nazca, una serie de enormes figuras talladas en el desierto que sólo cobran sentido vistas desde la altura. Hipótesis hay varias –canales de riego, ofrendas a los dioses, sitios para rituales–, pero explicaciones certeras, ninguna. Ese enigma –quiénes las hicieron, cuándo, para qué– es el que las vuelve tan atractivas.

Apenas bajamos del bus nos acosan con ofertas: excursiones, sobrevuelos, recorridos, visitas al museo, tours por las líneas y los alrededores, visitas a la reserva de Paracas; todo sin mover un dedo. Prevenidos de que no contratáramos nada en la calle, entramos en la primera agencia que vemos y acordamos un sobrevuelo para dentro de un par de horas. Sólo el día anterior nos habíamos enterado del lado negro de esta aventura: en los últimos años hubo varios accidentes, aunque a comienzos de 2011 un “reordenamiento” de empresas dejó operativas a sólo 4 ó 5 que, se supone, están ahora bien controladas.

Igual no podemos olvidar las dudas mientras subimos a la pequeña avioneta –cinco pasajeros y dos pilotos– que en unos 30 minutos sobrevuela el Astronauta, la Araña, el Colibrí, el Mono y otras figuras gigantes perfectamente dibujadas en la tierra árida. Quienes prefieran no arriesgarse o ahorrar unos cuantos dólares pueden hacer excursiones hasta unas torretas-miradores junto a la ruta Panamericana, desde las que se divisan algunas figuras.

El sabor de Perú



Pero, con la vista llena y los enigmas a flor de piel, nuestro itinerario nos pone de nuevo en un bus que en unas 7 horas nos lleva de regreso a Lima, para un final de viaje como Perú merece: gastronómico. Y en Astrid & Gastón, el famoso restaurante creado por el chef Gastón Acurio en el barrio de Miraflores, que bien puede utilizar para sí aquel viejo eslogan de “caro, pero el mejor”.

Aquí los típicos productos de la cocina peruana adoptan formas y combinaciones inimaginadas, dando como resultado platos como paletilla de cabrito lechal orgánico confitada entera, puré batido de loche, papitas confitadas con sus guisos o lomitos rosados de atún forrados de especias del mundo, espuma de coco y salsa de tamarindo y huacatay.

Saboreando aún semejantes manjares, y a manera de despedida de este mágico Perú “hijo del sol”, elegimos la parte de Lima que más nos gusta, o al menos a mí: ese largo y sinuoso malecón que corre por la cima de los acantilados, de cara al mar y entre la eterna bruma que envuelve siempre la costa limeña. Entonces, casi sin querer, me viene a la cabeza aquel “Bello Durmiente” que Chabuca le dedicaba a su Perú amado: “Y el gris, soberbio manto, de tu costa, que al subir por los cerros, en colores se torna”.

Por Pablo Bizón para Clarín, Junio de 2011.-

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