Pocas regiones del mundo gozan del privilegio natural que emana de las montañas, selvas y glaciares que forman la geografía de América Latina: el agua.
De México a Argentina, el preciado líquido cumple con creces la misión salvadora de brindar un recurso del que no goza el 50 por ciento de la población de África subsahariana (unos 314 millones de personas), mientras que en esta parte del mundo el acceso al agua potable alcanza niveles del 90 por ciento en la mayoría de países.
Sin embargo, esa buena disposición de agua no consigue calmar la sed de millones de personas que aún no reciben este recurso por distintas razones: inequidad, pobreza, corrupción y un desperdicio que sólo puede generar vergüenza.
Venezuela: situación grave
En la provincia de Buenos Aires aún hoy, en pleno siglo XXI, hay 3,5 millones de personas que no consumen agua potable, según varias organizaciones no gubernamentales. Y en Costa Rica, con 4 millones de habitantes, apenas un millón tiene alcantarillado. La principal fuente hídrica de miles de personas son los pozos subterráneos, que suelen estar contaminados por los mismos desechos orgánicos.
Venezuela vive una situación dramática de racionamientos en todo el país agravada por el pésimo estado de su infraestructura. Colombia, considerado uno de los países con mayor potencial hídrico del mundo, tiene al borde de carecer de este recurso a casi la mitad de su población, y ahora enfrenta el fenómeno de El Niño.
"Estamos con la profunda preocupación de una larga sequía", alertó al mundo el propio presidente Álvaro Uribe en su reciente visita al foro de Copenhague.
Brasil, que posee la mayor fuente de agua dulce del planeta, no vive una situación mejor: desperdicia el 40 por ciento del agua para consumo humano frente a una media internacional aceptada del 20 por ciento.
Este año, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de México, anunció que las siete represas y embalses del Sistema Cutzamala debían contar con unos 720 millones de metros cúbicos de líquido, pero ante la falta de lluvias sólo tienen 470 millones de metros cúbicos y se debe abastecer a 5,5 millones de personas, que dependen de esta infraestructura.
Menos dramática es la situación de Chile y Uruguay. Sin embargo, sobre estos países se cierne la amenaza de que, entre 2040 y 2100, habrá un aumento de las temperaturas que acelarará el derretimiento de los glaciares, en el primero de ellos; mientras que en el segundo el calentamiento global ya ha generado inundaciones, que han provocado que unos 6000 uruguayos sean evacuados desde noviembre pasado.
Problemas de salud en Perú
La mala disposición del agua genera serios problemas de salud en Perú. A ello se suma la contaminación producto de la actividad de la minería ilegal y el cultivo de plantas con fertilizantes y plaguicidas que llenan de químicos el agua de los ríos.
Aunque todavía no hay un diagnóstico real sobre el estado de los afluentes del Ecuador, se conoce que la mayoría están contaminados por las descargas directas de aguas servidas y distintos desechos industriales.
Hay un denominador común en la mayoría de países afectados por la escasez de agua o el mal manejo de ella: la inequidad y la pobreza. En Puerto Rico, el 3% de la población no recibe agua de la Autoridad de Acueductos, porque no cuentan con capacidad económica para tener los sistemas de abastos de los que se suplen.
El desequilibrio también es evidente en toda América latina con el excesivo uso de agua para cultivos y el consumo residencial ilimitado.
"En todos los sectores de la economía de Brasil, el agua es muy utilizada en particular en la irrigación, donde es muy grande el desperdicio. Se gasta mucha agua para producir poco, cuando debería ser lo contrario", advierte José Antonio Frizzone, del Instituto Nacional de Irrigación, de Brasil.
El tema hídrico ya genera distintos roces entre naciones, tal como en la actualidad sucede con la Argentina y Uruguay por la construcción de una papelera finladesa a orillas del río Uruguay, curso que comparten ambos países.
Hay que reconocer que las legislaciones en esta materia han avanzado. En varios estados el agua ha adquirido rango ministerial. En otros se endurecen normas para evitar el derroche.
Pero mientras se mantengan las condiciones de desigualdad y el agua siga siendo un bien cada vez más excluyente y no se consuma de forma sustentable, la región estará condenada a pasar de la prosperidad hídrica que brinda su paisaje a la ruina ambiental. La buena noticia es que todavía hay cómo evitarlo.
Fuente: diario La Nación, domingo 21 de Diciembre de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario