lunes, 21 de febrero de 2011

Lisboa, dulce y melancólica...

Un recorrido por la fascinante capital portuguesa. Entre monumentos, plazas y magníficos edificios. El colorido de sus históricos barrios, los reductos del Fado y las huellas de un pasado glorioso.



Calles angostas que cruzan como sorpresas. Adoquines y pendientes, hacia arriba y hacia abajo. Techos rojos y traqueteo de tranvías. Y cerca de todo, el río Tajo –o Tejo, como lo llaman aquí– con su generoso estuario, y claro, el rumoroso mar. En Lisboa, como escribió Fernando Pessoa, “hombres, casas, piedras, letreros y cielo, somos una gran multitud amiga”. Y eso es lo que se respira en la plácida, antigua y bella capital de Portugal.

Esta es una de las pocas capitales europeas con río y mar, en la que el viajero no podrá abstraerse de su impresionante arquitectura, producto de siglos de historia y arte, que fueron plasmados en una diversidad de estructuras como plazas, castillos, iglesias y cientos de monumentos.

En esa urdimbre, el legendario tranvía es algo más que una atracción turística; es, por cierto, uno de los transportes más eficientes de la ciudad. Sus rutas establecidas marcan recorridos atractivos para los visitantes, pues a bordo de estos modernos tranvías se pueden recorrer los históricos barrios. Pero también es una ciudad muy cómoda para caminar.


Lisboa es una de las ciudades más bellas de Europa. Y en eso, mucho tiene que ver la música que la identifica: el nostálgico fado; el más genuino representante de la música popular de Portugal. El barrio de Alfama es el lugar a recorrer para los amantes del fado. “Vive en una calle de Alfama/ y la llaman madrugada/ pero ella, de tan alocada/ ni sabe cómo se llama”, le cantaba al barrio Amalia Rodríguez, la reina del fado. Algunos de los mejores reductos para escuchar fado: O Forcado, Café Luso, Casa do Fado, A Baiuca, A Severa y Adega Mesquita, entre otros tantos.



Influencias culturales

Los primeros pobladores de Lisboa fueron los fenicios, quienes la bautizaron Allis Ubbo, que significa “Puerto encantado”. Luego llegaron aventureros griegos y cartagineses. Pero a los portugueses les fascina la leyenda que dice que Lisboa fue fundada por Ulises, en su largo derrotero entre Troya y su patria, la amada Itaca. En épocas posteriores la cultivaron los romanos y tras la caída del Imperio, llegaron alanos, suevos y visigodos, quienes ocuparon la ciudad hasta que los musulmanes la conquistaron en el siglo VIII.

Tanta historia debía quedar registrada en sus calles, sus edificaciones, sus templos, y algo de eso se respira en la antigua Lisboa que en 1147 pasó a manos cristianas, y que a finales de 1400 se convirtió en el bastión de la ruta marítima hacia la India, con lo que alcanzó su etapa de mayor esplendor.

En esa época de gran desarrollo económico, y convertida ya en imperio colonial, Portugal desplegó el estilo manuelino (corriente estética que se desarrolló en el reinado de Manuel I de Portugal entre 1495 y 1521), cuya arquitectura dejó marcas en todo el territorio. Por doquier el visitante se tropieza con bellos decorados en azulejos –reveladores de la herencia cultural de la dominación árabe–, a lo que se suma la gran preponderancia de la mayólica italiana.



Barrios legendarios

Como en todas las ciudades antiguas, Lisboa ofrece cantidad de rincones tan bellos y misteriosos, que sería imposible registrarlos en una guía turística; por eso, el mejor consejo es recorrerla y descubrir con los propios ojos.

El barrio de Alfama es una de las esencias de Lisboa; un pueblo inmerso en la capital de una nación donde todos se conocen y se saludan. José Saramago se declaraba un enamorado del barrio y aconsejaba perderse por sus “callejones inquietantes”. Sus calles estrechas son encantadoras y las casas apretadas bajan desde una de las siete colinas verdes y parecen hundirse en un mar salpicado de barcos de pescadores. Las calles de Alfama están protegidas por santos a los que se puede descubrir en pequeños paneles colocados a la entrada de las casas. Ellos son los que dan aliento para seguir caminando por esas calles que suben y bajan.

Reconstruido después del terremoto del 1755, La Baixa es el barrio más céntrico. De estilo clásico, tiene calles geométricas y fachadas cubiertas de azulejos. Desde la Plaza de Comercio, un espacio abierto que da al río Tajo, pasando por el arco que da a la rua Augusta, se puede tomar el tranvía que va al Castelo.

Antes, es recomendable visitar la Catedral Sé. Este templo, mezcla de arquitectura gótica y románica, tiene aspecto de edificio defensivo. Lo curioso es que sus muros se levantaron sobre una antigua mezquita. De la parte superior de las torres gemelas se tiene una panorámica imperdible de la serena Lisboa.

El Chado o Barrio Alto es un vecindario del siglo XVI, de aspecto melancólico, rozando el romanticismo. Sus fachadas de azulejos cuentan pequeñas historias y las calles se empinan como desafíos. Bien lo valen; desde las alturas se respira el mar y se consiguen las mejores vistas para fotografías inolvidables. La Casa del pintor Ferreira das Tabuletas, uno de los artistas de azulejos más representativos del siglo XIX, es hoy un museo muy visitado. Conocido por haber iniciado su carrera artística pintando tabuletas (tablillas o placas con indicaciones de interés público), Ferreira vivió en un edificio de azulejos en una gama de colores entre el sepia y el amarillo, con un frontón triangular y el ojo de la providencia acompañado por la estrella de cinco puntas. Flanqueando las ventanas centrales del edificio, alineadas en vertical, hay seis figuras alegóricas en hornacinas, vestidas con atuendos de la época clásica, que representan la ciencia, la agricultura, la industria y el comercio; y dos elementos naturales como la tierra y el agua.



La colina más alta

En la cima de la mayor colina de la ciudad está el Castelo de Sao Jorge, del siglo VI. Además de apreciar su belleza, el visitante disfrutará del movimiento del río, de los delicados puentes y de las colinas que asoman como una promesa.

Si el cansancio sorprende en las cercanías de la Plaza de Rossio nada mejor que gratificarse en esa animada zona de la ciudad con el típico bica, un café fuerte. En las mesas de los bares, sembradas en las veredas, dejan pasar las horas los vecinos, los paseantes y los peregrinos.

La Plaza de Comercio, sirve de eje a la hora de elegir posibles itinerarios, como el que corre paralelo al río, rumbo a la zona de Belém. En ese recorrido, la primera parada es el renacido mercado da Ribeira que, tras su última restauración, se ha convertido en un espacio multifunción.

En la planta baja abundan los puestos de frutas y verduras; y en la alta, tiendas modernas de artesanías, en sintonía con el espíritu del barrio de al lado: Santos Design District, el más fashion de toda la ciudad.

Río abajo, donde el Tajo se funde con el mar, asoma el barrio de Belem, que concentra, en un reducido espacio, algunos de los monumentos más importantes de Lisboa.

El monasterio Los Jerónimos de Belem está considerado una joya arquitectónica. La decoración exterior está adornada por piedra, tiene amplias galerías abiertas y torres de vigilancia en estilo arábigo. Allí se puede admirar la cruz de la orden de Cristo y elementos naturalistas, características del estilo manuelino.

La estructura está formada por la torre y el baluarte. En los ángulos del piso inferior de ambos sobresalen torrecillas cilíndricas coronadas por cúpulas con forma de gajos de naranja y decoradas en cantería de piedra.

Muy cerca del monasterio se erige Pasteis de Belem, un monumento a la pastelería donde también sirven café. Allí se encuentran los deliciosos pasteles de Belem recién hechos. Los ofrecen calentitos; irresistibles.


Rincones de arte

En el barrio de Santos, los últimos jueves de cada mes reluce la creatividad y la originalidad. Las escuelas de diseño ocupan un lugar destacado; los alumnos tienen la posibilidad de mostrar sus trabajos en las diversas tiendas: piezas únicas de diseño, a precios especiales. Al final de la tarde, en el teatro A Barraca se puede tomar un aperitivo al son del fado.

Lisboa ofrece una variada oferta de museos. Las siempre sorprendentes colecciones de arte Oriental, que proceden de Egipto o Siria, la espada del conquistador Vasco de Gama y el hidroavión que hizo la primera travesía sobre el océano Atlántico, son solo algunos de estos atractivos.

En la Fundación Calouste Gubelkian, en el Parque de Santa Gertrudes, se pueden contemplar unas 1.000 piezas de las 6.000 que componen la colección: arte egipcio, grecorromano, islámico, chino y japonés. Además, obras de pintores como Rembrandt, Rubens, Hubert Robert, Edouard Manet y Edgar Degas, entre otros. Además del Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa ofrece algunas curiosidades como el Museo de Carruajes, el Museo del Azulejo o el Museo de la Marina. Y en la Baixa, bajando por la peatonal Rua Augusta, hay un rincón artístico de vanguardia.

Hacia la Plaza de Comercio, el tranvía 15E, que va hacia Belem, conduce hasta el edificio Transboavista VPF donde hay exposiciones de arte contemporáneo, performances y video instalaciones en forma permanente. También en el Centro cultural de Belem, frente a la Praca do Imperio, brilla el arte contemporáneo. El Museo Berardo muestra las mejores expresiones de las vanguardias portuguesas con piezas de Bacon y Warhol, entre otros.

Desde la remodelación de los antiguos muelles, junto al Puente 25 de Abril, la noche de Lisboa ha cambiado. Antaño algo provinciana y aburrida, hoy ofrece una gran movida, con restaurantes y locales de copas, abiertos hasta la madrugada.

Muchos restaurantes con terrazas al aire libre miran hacia un pequeño y coqueto puerto deportivo. También hay varios boliches que invaden el aire con su música, todos abiertos hasta esos amaneceres de ensueño que cada día despiertan al milagro de esta ciudad.

Melancólica, mágica, inolvidable. Así es Lisboa.

Por Josefina Mol. Diario Clarín, Febrero 2011

viernes, 18 de febrero de 2011

Buenos Aires: La ruta del Tango...

Un recorrido por la capital de La música porteña. Los shows que deslumbran a turistas y locales, el encanto de los salones y bares históricos, Los códigos milongueros y otros secretos. Aquí, una completa guía con los imperdibles del 2x4.

De gala. El tango de escenario combina brillo y encajes, con un vestuario que recrea el estilo típico de los años 40.



Dónde te fuiste, tango/que te busco siempre/ y no te puedo hallar? El tema suena en la mañana gris entre las mesas de una tradicional esquina tanguera. Detrás de la ventana, Buenos Aires se mueve al compás de un tango caprichoso, compuesto bajo el ritmo tristón de las veredas, las charlas de café y las calles húmedas por la lluvia. Pero la atmósfera nostálgica detrás de la vidriera no alcanza para definir al tango, y entonces la música insiste desde los parlantes: ¿Dónde te fuiste tango?

Responder a la pregunta no es tarea sencilla. Cada uno de los cien barrios porteños reclama sus títulos con lugares en los que la gente se reúne a bailar y escuchar música, como si formara parte de un ritual. Lo cierto es que el tango se desparrama por la geografía porteña y toma distintas formas: desde suntuosos espectáculos frecuentados por turistas, hasta bares y tanguerías donde los amantes de la música se juntan para escuchar a las orquestas; sin olvidar a las milongas, fenómeno popular que convoca a locales y visitantes, unidos por el gusto de improvisar sus pasos en la pista.

En los shows se luce el tango de escenario, con sus coreografías precisas, que funcionan como un mecanismo de relojería. En las milongas, en cambio, reina el tango de salón, donde el baile es una creación espontánea entre parejas que –en su mayoría– apenas comparten un encuentro de minutos.

En estos escenarios las glorias del tango conviven con jóvenes que han revitalizado el género, mientras en las milongas los viejos códigos van dando lugar a reglas más flexibles. En muchos de estos lugares, tacos y zapatos se entrecruzan con chatitas y zapatillas, mientras en otros se juega al intercambio de roles entre hombres y mujeres.

Más allá de estas novedades, desde las elaboradas coreografías de los espectáculos hasta la espontaneidad de las milongas, y desde el inconfundible fraseo de Gardel hasta los acordes urbanos de Piazzolla, el tango sigue siendo el ritmo de Buenos Aires. Una música con tal presencia que hasta se ha ganado su monumento en Puerto Madero, en un fuelle polifacético que encierra infinitas melodías.

Armamos nuestro propio recorrido, entre el brillo de los espectáculos, el ritmo de las orquestas y las milongas en las que el deleite de la vista sólo es superado por la experiencia del abrazo. Mientras completamos la lista, suenan más acordes en el bar de la esquina. Los hombres siguen discutiendo de fútbol y el semáforo libera el tránsito, al otro lado del vidrio. Desde los parlantes, la voz de Eladia Blázquez impone su ritmo: Siempre se vuelve a Buenos Aires a buscar/esa manera melancólica de amar...

A continuación, algunos espacios para disfrutar de orquestas de gran nivel –típicas y de estilo moderno–, shows de baile tradicional o for export, y una selección de tanguerías, y museos temáticos.

Café de los Angelitos

En la mítica esquina de Rivadavia y Rincón, por la que alguna vez pasaron artistas inolvidables como Carlos Gardel, José Razzano o Florencio Parravicini, aún es posible tomar un café y ver transcurrir la ciudad tras las ventanas. Pero si la idea es cenar mientras se disfruta de un cuidado show de tango, habrá que acercarse al salón del fondo, ambientado en celeste con ángeles dorados. Si los colores tenues y la bella arquitectura no alcanzaran para transportarlo al cielo, habrá que esperar a que salgan las cinco parejas de baile, los músicos del Quinteto Viceversa, comandado por Emiliano Greco, y los cantantes Ariel Altieri y María José Rojas. El vestuario y la puesta en escena transitan distintas épocas y culminan en una notable versión de Adiós Nonino, en la que se lucen las virtudes del bandoneonista Lautaro Greco.

Rivadavia 2100 (4952-2320) http://www.cafedelosangelitos.com/


Tango Porteño

Ubicado a pasos del Obelisco, en pleno Microcentro, el salón de estilo art decó del antiguo cine Metro es el marco de un espectáculo con un impresionante despliegue escenográfico y artístico que lleva la impronta de Juan Fabbri, su creador. La antigua pantalla de cine sirve para evocar al Buenos Aires color sepia de otros tiempos. El espectáculo comienza con la potente música de la orquesta típica comandada por la violinista Erica Di Salvo –que en otros tiempos solía tocar con Charly García–, quien invita a volar con sus precisas interpretaciones. Sobre el escenario se desplegarán las luces de la calle Corrientes, un lujoso cabaret y hasta un edificio montado en altura con una pareja bailando en cada ventana. La elaborada puesta en escena sirve de marco para la salida de ocho parejas de baile, entre las que se encuentra el legendario Juan Carlos Copes, acompañado de su hija Johana. No se puede dejar de mencionar el sorprendente número de la maga Inga Savitskaya y su “amigo imaginario”.

Cerrito 570/ Tel: 4124-9400. http://www.tangoporteno.com.ar/  


Esquina Carlos Gardel

El antiguo restaurante y hotel Chanta Cuatro en el que el morocho del Abasto pasó su infancia y adolescencia, hoy se ha convertido en la lujosa Esquina Carlos Gardel. Lejos de los pisos de tierra, las riñas de gallos y las canchas de bochas que solían poblar el viejo bodegón, el local se destaca por sus arañas de caireles, sus paredes color crema y las mesas negras que recrean el brillo de los años 30. Carlos Gardel revivirá a lo largo del espectáculo en la impresionante caracterización del cantante Rafael Rojas, con el porte y el timbre de voz exactos. En el repertorio no faltarán clásicos como Mi Buenos Aires querido, Volver o El día que me quieras, con una impactante puesta de luces, escenografía y vestuario. Las seis parejas de baile y la intérprete Patricia Lasala aportarán lo suyo para que a uno le queden ganas de volver.

C. Gardel 3200 / Tel: 4867-6363  http://www.esquinacarlosgardel.com.ar/

El Viejo Almacén

La esquina sin ochava de Independencia y Balcarce es sinónimo de tango. En la antigua casona colonial con paredes de adobe y faroles colgantes revive cada noche el espíritu que supo imprimir el inolvidable Edmundo Rivero al Viejo Almacén, en 1969. Por aquí pasaron los músicos más destacados de la época como el “Polaco” Goyeneche, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese y Horacio Salgán, entre muchos otros. El lugar hoy alberga un show de tango por el que cada noche desfilan cantantes de la talla de Hugo Marcel y Virginia Luque, con música de un sexteto dirigido por Carlos Galván y cuatro parejas de baile que recrean los tiempos de malevos y arrabales.

Balcarce 793 / Tel: 4307-7388 http://www.viejo-almacen.com.ar/

Señor Tango

Ubicado en el barrio de Barracas en un antiguo almacén de ramos generales, este espectáculo lleva la impronta de Fernando Soler, su creador y productor. El show, de proporciones hollywoodenses, tiene más de cuarenta artistas en escena, un escenario giratorio y la presencia de una orquesta comandada por el maestro Ernesto Franco, bandoneonista de la orquesta de Juan D’Arienzo.

Vieytes 1655 / Tel: 4303-0231. http://www.senortango.com.ar/


Los Treinta y Seis Billares

Inaugurado en 1894, este clásico café de la Avenida de Mayo recibió a personajes notables como Federico García Lorca. La calidez de la madera y las mesitas que rodean al escenario crean un ambiente intimista, ideal para escuchar buena música. Los sábados se presentan artistas como Rita Cortese, y luego hay trasnoche a cargo del sólido intérprete Esteban Riera, acompañado por el maestro Carlos Galván –que parece encerrar una orquesta entre los fuelles de su bandoneón– y los guitarristas Ignacio Iruzubieta y Nazareno Altamirano.

Av. de Mayo 1265 / Tel: 4381-5696. http://www.los36billares.com.ar/


C. Cultural Torquato Tasso

Ubicado frente al Parque Lezama, en una casona de San Telmo, en este centro cultural suelen tocar glorias del tango como Horacio Salgán, Leopoldo Federico, el Quinteto Real y el Sexteto Mayor, entre otros. El Centro se especializa en conciertos, ofrece gastronomía a precios razonables y es el elegido por el público local para escuchar música. Los conciertos son de martes a sábados y sólo los domingos funciona una milonga con orquesta en vivo.

Defensa 1575 / Tel: 4307-6506. http://www.torquatotasso.com.ar/


Esquina Homero Manzi

La vieja esquina de San Juan y Boedo inmortalizada en el tango Sur ha sido cuidadosamente remodelada y funciona todo el día como bar. Si la idea es escuchar tango en vivo, está la opción de la cena show (todas las noches a partir de las 21), con un quinteto en vivo bajo la dirección musical de Julián Hermida, los cantantes Carlos Rossi y Karina Rivera, y tres parejas de baile, con dirección artística de Gachi Fernández. Cada domingo al mediodía el local organiza almuerzos tangueros en los que canta Eduardo Romero con un cuarteto y una pareja de baile.

San Juan 3601 / Tel: 4957-8488. http://www.esquinahomeromanzi.com.ar/


Museo Casa de Carlos Gardel

El museo está ubicado en pleno barrio del Abasto en la casa chorizo que Carlos Gardel compró a su madre en 1927. La casa está cuidadosamente ambientada con reliquias, antiguos discos, tapas de diarios y revistas de época. La sonrisa del Zorzal asoma en antiguas fotos, mientras su voz puebla cada rincón con su fraseo inconfundible. El patio, el piletón para lavar la ropa, la cocina, el cuarto de planchado recuerdan al Buenos Aires de otros tiempos. Se trata de uno de los museos más concurridos de la ciudad, indispensable para sumergirse en el ambiente gardeliano. Además, el museo organiza ciclos de conciertos de tango.

Jean Jaurés 735 / Tel: 4964-2015 http://www.museocasacarlosgardel.buenosaires.gob.ar/  


Bar de Roberto

Este bodegón de 1893, en Almagro, reúne a un público ávido de escuchar tangos en un ambiente espontáneo, donde los músicos interpretan sus canciones sobre una minúscula tarima. De martes a sábados desde las 22.30 se presentan con entrada libre cantantes como Maricruz Terrazas, Osvaldo Peredo, Agustin Ortega y Carlos Señorelli. Este Bar Notable conserva sus paredes de ladrillo a la vista, los pisos de mosaico calcáreo y la vieja barra de madera.

Bulnes 331 / Contacto en Face- book: “Lo de Roberto”.

Club Atlético Fernández Fierro

Una de las orquestas que más notablemente ha incursionado en el género es sin dudas la –aclamada por la juventud tanguera– Orquesta Típica Fernández Fierro, compuesta por once virtuosos músicos y la carismátca voz de Walter “el Chino” Laborde. En el CAFF, el club social y cultural (ex taller mecánico) que fundaron, se presentan buenos conciertos de tango y exposiciones de arte

S. de Bustamante 764/ 4867-4037 http://www.caff.com.ar/

Las hay prestigiosas y también más chicas y barriales. Informales y juveniles o de adultos empilchados y “niños bien”, el éxito de un salón de baile depende del DJ y de la calidad de su pista. Aquí, una guía para todos los gustos.


El Club Sunderland

Esta milonga de los sábados que se hace en la cancha de básquet del Club Sunderland de Villa Urquiza es tal vez la más emblemática de todo el circuito. Aunque la pista es de mosaico y no hay orquesta en vivo, la mística del lugar convoca a los bailarines más experimentados. Pasada la medianoche, la pista se puebla de trajes oscuros, brillos y tacos altos. A los viejos tangueros se agregan los hijos y nietos, curiosos, turistas y bailarines llegados de todos los barrios porteños. Los códigos se respetan y en la pista no hay lugar para improvisados.

Lugones 3161 / Tel: 4541-9776  http://www.sunderlandclub.com.ar/  

El Salón Canning

En el barrio de Palermo, el Salón Canning se destaca por su pista con piso de madera –una de las mejores de la ciudad– y el excelente nivel de las parejas que se lucen en ella. Además, aquí se pueden ver espectáculos de bailarines experimentados, orquestas y tomar clases de baile antes de la milonga, que funciona de lunes a domingos, convocada por distintos organizadores.

Scalabrini Ortiz 1331 / 4832-6753 http://www.parakultural.com.ar/

La Viruta

“Entrás caminando… salís bailando”, dice el lema de esta milonga –la más concurrida de la Ciudad– que ofrece clases de tango, de salsa y de rock and roll. La Viruta funciona desde 1994 en el subsuelo de la Asociación Cultural Armenia, en plena movida del barrio de Palermo. Tiene fama de “milonga joven”, aunque asiste público de todas las edades. Aunque suele llenarse (razón por la cual algunos principiantes pueden quedar atrapados en la marea de bailarines), aquí los códigos son relajados y, realmente, no hace falta ser avanzado en el baile para intentar dar unos pasos en la pista, donde se mezclan tacones y zapatillas, vestidos de fiesta y pantalones de jean.

Armenia 1366 / Tel: 4779-0030. http://www.lavirutatango.com/


En San Telmo y al aire libre

En Plaza Dorrego, en el barrio de San Telmo, los domingos tiene lugar la milonga solidaria a cielo abierto que organiza Pedro “el Indio” Benavente. Favorita tanto por jóvenes como por viejos milongueros, aquí resalta una selección musical que incluye el canyengue, un estilo “callejero y orillero” de principios del siglo XX que casi ha dejado de bailarse. La entrada es a la gorra y se aceptan alimentos no perecederos que luego son distribuidos en comedores comunitarios.

Humberto Primo y Defensa /


El encanto de la Glorieta

En la otra punta de la ciudad, vale la pena conocer la milonga de la glorieta de Barrancas de Belgrano, un bello patio techado en el que el bailarín Marcelo Salas organiza un alegre y concurrido baile. Cuando la jornada llega a su fin y la glorieta empieza a vaciarse, los jóvenes aprovechan el espacio libre para improvisar y jugar con pasos amplios y desacartonados.

11 de Septiembre y Echeverría / http://www.glorietadebelgrano.com.ar/

Con sello “queer”

En el tango, los roles de género suelen estar bien definidos. “El hombre conduce y la mujer se luce”, aseguran con énfasis los viejos milongueros. Pero en los últimos años han surgido nuevas tendencias en las que el tango se ha liberado de su rígida estructura y los bailarines eligen qué rol les interesa ocupar. No es extraño entonces ver bailes entre personas del mismo sexo que, incluso dentro de un mismo tema, pueden intercambiar sus roles. Los espacios más recomendados son las milongas La Marshall (http://www.lamarshall.com.ar/), la de la Casa Brandon (http://www.brandongayday.com.ar/) y Tango Queer (bueno sairestangoqueer.blogspot.com).

Otros imperdibles

Entre las antiguas columnas, lámparas de bronce y pisos de mosaico de la elegante confitería La Ideal fundada en 1912, funciona una milonga que comienza en las primeras horas de la tarde. El horario y la ubicación hacen que sea la preferida de los oficinistas que trabajan por la zona. (Suipacha 380 / 5265-8069 / http://www.confiteriaideal.com/) .

En el local de Riobamba 416, con sus pisos de madera funciona la tradicional milonga El Beso (martes, miércoles, jueves y domingos a partir de las 22) y los sábados a partir de las 22.30 la milonga Las Morochas, que convoca a bailar a los “sin pareja” (http://www.milongalasmorochas.com.ar/ ).

Muy cerca de allí, en Porteño y Bailarín, entre globos de espejos y luces tenues las parejas despliegan sus pasos con habilidad, los martes y domingos desde las 22.30 (Riobamba 345 / http://www.porteybailarin.com/).

La amplia y perfecta pista de pinotea del Club Gricel, en San Cristóbal, convoca a algunos de los maestros más clásicos y experimentados del tango (La Rioja 1180, http://www.clubgriceltango.com/ , lunes a domingos por la noche, salvo martes y miércoles).

Hay que sumar a las milongas consideradas “juveniles” las que funcionan en los clubes Fulgor de Villa Crespo (Loyola 828, fulgordevillacrespo.com.ar) y en el Villa Malcom (Córdoba 5064, http://www.elmotivotango.com/ , en especial, son buenos los bailes de los lunes y viernes). Por último, dos espacios originales: la milonga La Catedral (Sarmiento 4006) y la del Centro Cultural “Lola Mora”, el primer sábado de cada mes, en Río de Janeiro 986.

Por Silvina Quintans para Diario Clarín

miércoles, 16 de febrero de 2011

Buenos Aires: Galerías Subterráneas...

Un entramado del mejor arte recorre las entrañas del metro porteño. Cada día, un millón de pasajeros admira el ingenio de Quino, los trazos de Molina Campos y más.



Pasaje. Compuesto por 600 cerámicos, el mural de Pablo Siquier divide las líneas B y C en la estación Carlos Pellegrini. Bautizado 0908, el artista lo catalogó como “arte digital”.


Arte por $ 1,10


En la década del 30, Buenos Aires era una fiesta. La París de Sudamérica, como se la llamaba, recibía al mundo con progreso y ampliaba su transporte subterráneo. En 1934, la Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas, responsable de la flamante línea C, decidió importar mayólicas con trabajos de artistas españoles y montarlas en sus estaciones.

Años más tarde, con el armado de las líneas D y E, se invitó a artistas como Otto Durá, Alfredo Guido y Léonie Matthis de Villar a inspirarse en las leyendas, tradiciones y costumbres nativas. El resultado, que convive en esos recorridos con los trabajos de artistas contemporáneos, incluye desde el casamiento de los guaraníes en Iguazú hasta la batalla de Caseros o la Conquista del Desierto.


En Plaza Italia, el arte se plasmó sobre el suelo, con un diseño portuario de Benito Quinquela Martín

 

El paso del tiempo, las filtraciones y las roturas de algunas piezas fueron deteriorando ese acervo y convirtiéndolo en un elemento más dentro de las estaciones. Pero desde un poco más de una década, la empresa concesionaria decidió trabajar en la restauración y el crecimiento de ese patrimonio. A través del programa SubteVive, ya son 25 los nuevos murales emplazados en las seis líneas porteñas, dando lugar no sólo a artistas plásticos consagrados sino también a otros cuyo oficio primario es el dibujo.



Mafalda llegó bajo tierra de la mano de Quino, en el pasaje Lima de la línea A. Los turistas se asombran al descubrirla.

Así, Rogelio Polesello (en la línea D, estación José Hernández); Josefina Robirosa (misma línea, estación Olleros); Carlos Páez Vilaró y el fileteador Andrés Compagnucci (línea B, estación Carlos Gardel) conviven con las viñetas de Horacio Altuna (línea C, pasaje Lima Norte), Quino (en el mismo espacio) y Hermenegildo Sábat –que rinde homenaje a los “próceres” del tango, en Lima sur.

Los visitantes los fotografían, los admiran y los notan. Los porteños, sumidos en la vorágine, difícilmente reparen en ellos. Pero tomarse un segundo para apreciarlos cambia, sin dudas, la rutina del viaje.

Por Clara Fernández Escudero para Diario Perfil, febrero de 2011.

martes, 15 de febrero de 2011

India: Himachal Pradesh y sus caminos de aprendizaje

Diario de viaje por uno de los estados de la India más apartados del turismo y con rasgos budistas, junto a los Himalayas


 

Popularmente conocido como Dev Bhumi, Tierra de los Dioses, Himachal Pradesh es un montañoso estado de la India al oeste de los Himalayas. La mayor parte de su población vive de la agricultura en pequeñas aldeas. Y si bien la gran mayoría es hindú existe allí también un significativo número de budistas.
Con una altitud que varía de los 350 a los 7000 metros sobre el nivel del mar, sus vastas montañas están cubiertas de bosques, flores silvestres, ríos, cascadas, huertos de manzanas y... plantaciones de cannabis.

A 40 kilómetros hacia el norte de Kullu -capital del distrito-, Manali es la población más frecuentada por los mochileros en esta región apartada del turismo tradicional. Allí, lo ideal es visitar los templos y recorrer los senderos junto al río Beas. El pueblo se divide en dos partes: una nueva, con la estación de buses, el mercado y varios hoteles; y un viejo Manali, elegido por los mochileros, adentrado 5 kilómetros en la montaña, lleno de casas donde alojarse y panaderías.

Una de las primeras cosas que captan la atención son las plantaciones de cannabis, como yuyos de un color verde fosforescente por todas las calles. Las plantas no sólo se ven, sino que también se huelen, entremezcladas con flores salvajes de la zona y otras cuidadosamente cultivadas como la caléndula, los claveles y gladiolos amarillos, blancos, rojos.

Dejamos nuestras cosas en el cuarto de Om Guest House (la habitación, 3,5 dólares la noche), con su cama poco cómoda pero limpia, baño privado y dos sillas con una mesa para desayunar, pasar la tarde o cenar mirando el hermoso jardín. Y bastó el primer ascenso para chocarnos con el único templo en la India dedicado a Manu, sabio creador de la humanidad y escritor del Manusmriti. Reconstruido en 1992, es visitado diariamente por locales que llegan a rezar y agradecer junto con turistas de todo el mundo.


 
Por la única calle que recorre el viejo Manali uno se topa con puestos de ropa, chicos jugando, panaderías, restaurantes, vacas y turistas. Imposible no parar en las panaderías y probar por un dólar las tortas de manzana, chocolate, nueces, queso, las galletitas, medialunas o los sándwiches.

Acompañados por un espléndido sol, emprendimos la caminata de seis kilómetros hacia Vashisht y Kothi, donde los locales recomiendan ir para sentir la montaña en su plenitud y conocer las cataratas. Siguiendo el río Beas llegamos a un templo dedicado a Rama construido con piedras alrededor de un inmenso roble. Uno de los tantos babas, personas espirituales de la zona, vino a recibirnos. Con sus largas rastas, tez oscura, ojos transparentes y edad indescifrable nos dio un fuerte abrazo e indicó el camino a las cataratas. El opto por quedarse. Sin embargo apareció sorpresivamente antes que nosotros allí arriba.

"Llegaste volando", le dije. "Me gustaría volar." Me respondió que era posible, tomó mis manos y me guió hasta una piedra llana donde nos sentamos. Con las piernas cruzadas, las manos sobre las rodillas y las palmas hacia arriba comenzamos a meditar, mirándonos fijamente a los ojos. No puedo definir cuánto tiempo pasó, pero aún recuerdo la sensación de relax. Lo invitamos a tomar un chai y nos contó que, según su creencia, nacemos y morimos solos ya que todos somos uno, pero nos vamos haciendo amigos por el camino.

A la tarde, de vuelta en Manali, un señor mayor que cargaba con una valija llena de esencias y aceites nos ofreció un masaje mientras esperábamos nuestra comida en Friend Restaurant. Por la módica suma de un dólar, cada uno recibimos un masaje de pies, manos y cabeza. Cada vez más relajados disfrutamos de unos fideos salteados con verduras, plato clásico en cualquier restaurante turístico para quienes no toleran la comida picante.

Juegos en el bosque

Con un bus desde Manali recorrimos 50 kilómetros en tres horas hasta Banjar, y luego otro bus local para llegar al Great Himalayan National Park.

El parque, fundado en 1984, abarca 754 kilómetros cuadrados. Caracterizado por su biodiversidad, sus aldeas y el poco turismo, cuenta con inmensos bosques de robles y bambúes, prados alpinos, el rápido río Thirtan y 375 especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios. Los locales viven en un nivel primario de subsistencia con un contacto exterior muy limitado más allá de las zonas cercanas. La ruta principal que comunica el parque se pierde en la montaña alejándose de la civilización.

Para alojarse, la mejor opción es el pueblo de Sai Ropa, donde comienza el parque y donde está su refugio principal. El refugio ofrece habitaciones dobles con baño privado por US$ 3, dobles con baño compartido por US$ 2 y dormis por un dólar. Optamos por el dormi, una habitación con 10 camas y baño compartido donde, de todos modos, estábamos solos.


Caminando, conocimos a un grupo de chicos que jugaban al costado de una ruta con unas frutas redondas y verdes. Nos enseñaron con mucho entusiasmo cómo trepar a los árboles y remover el fruto que luego hay que partir contra una roca para llegar a la nuez que tiene dentro. Esos mismos frutos verdes los usaban para dibujar sobre las rocas. También nos demostraron su habilidad física para pararse de cabeza como todo yogui y hasta colgarse como trapecistas de cables de teléfono. Siempre con sus sonrisas sinceras, con ganas de aprender, de compartir, de enseñar, de observar, jugamos toda la tarde. Ninguno sabía inglés, pero nos comunicamos. Estaban felices de que les sacáramos fotos y después ver su imagen en la pantalla de la cámara. Mientras, pasaban buses llenos de gente (hasta en los techos) saludando y sonriendo. Hasta que el padre de los chicos los vino a buscar para volver a casa, era hora de que la familia saliera a juntar agua para el día siguiente.

Al otro día volvimos a verlos, esta vez en el colegio, con uniformes de colores que variaban según el grado al que pertenecían, marchando en fila al compás de los tambores que hacían sonar los más grandes. Les preguntamos a las maestras, qué hablaban poco inglés, si nos podíamos quedar y contentas accedieron. En un pizarrón dibujamos animales, flores, casas, árboles; ellos levantaban la mano y nombraban cada cosa en inglés y en hindi. Jugamos en el patio al pato ñato, a la mancha, al pulpo, y bailamos, saltamos, cantamos y aplaudimos. Atentos, copiaban todo lo que hacíamos. Nos despedimos con abrazos y besos.

Caminar por el parque nacional es absorber energía verde. Por la única ruta decidimos hacer dedo para avanzar más rápido. El primer auto que pasó nos acercó al próximo y último pueblo accesible en cuatro ruedas. Nos indicaron que tomáramos el camino que nace al costado izquierdo del templo y empezamos a subir por la montaña. Los locales, felices de vernos, nos ofrecían manzanas. El estado de Himachal Pradesh tiene una vasta producción de manzanas y los trabajadores -hombres, mujeres, jóvenes, viejos- cargan desde lo alto de la montaña cajas de 20 kilos todos los días. Nosotros estábamos cansados de llevar una mochila de dos kilos.

El paisaje es imponente: árboles que parecen dibujados, ríos fuertes y ruidosos, cabras pastando y los tradicionales perros que acompañan y guían en el viaje. Nunca encontramos el cartel tallado en madera que indicara Bienvenidos a la entrada principal del parque, porque no existe. El parque es todo y dentro de él viven familias en aldeas alejadas a las que sólo se arriba a pie, saltando ríos y esquivando animales, en medio del paraíso. Frenamos a tomar un chai y la gente del lugar nos miraba asombrada; muy pocos turistas llegan a esta zona.

El hogar del Dalai Lama

En 1950 la recién nacida República Popular China liderada por Mao Tse Tung invadió Lhasa, capital del Tíbet. En 1959 tras la trágica represión en la que murieron miles de tibetanos, el guía espiritual -el 14° Dalai Lama- y sus seguidores se exiliaron en la India y Nepal. McLeod Ganj, suburbio a 9 kilómetros de Dharamsala en el oeste del estado de Himachal Pradesh, es hoy su hogar.

Por las angostas y sinuosas calles de McLeod Ganj circulan cientos de monjes -tanto hombres como mujeres- rapados y con largos trajes amarillos o anaranjados que simbolizan la vida sencilla y la sabiduría. Se venden artesanías tibetanas y momos, thenthuk y balep korun, entre otras típicas comidas del Tíbet, en la mayoría de los restaurantes.

Nos ofrecimos como voluntarios para ayudar en las clases de inglés gratuitas que se dan a los exiliados en uno de los tantos centros que promueven la liberación del Tíbet, con documentales y charlas abiertas acerca del tema. La Free Tibet School está dirigida por uno de los exiliados y su novia, Sara, de Estados Unidos.

Tuvimos la suerte de estar allí los días de las enseñanzas del Dalai Lama. Locales y turistas de todo el mundo caminamos desde la estación de buses hasta Tsuglag Khang -predio que contiene el templo principal, el monasterio Namgyal y el hogar y las oficinas del guía espiritual- para verlo. Por el patio principal pasó saludando en su traje morado y amarillo con lentes de sol, luego escuchamos las enseñanzas a través de varios parlantes y televisores que lo transmitían en vivo durante la mañana en tibetano y a la tarde en inglés.

Esta zona de montaña también es especial para los trekkings. El más recomendado es transitar los 9 kilómetros hacia Triund, donde se puede pasar la noche en carpa. Otra opción es pasar el día en Palampur y conocer sus grandes plantaciones de té. Allí, la lluvia y el sol nos regalaron un arco iris que se extendía en el horizonte detrás de una aldea iluminada y brillante en contraste con el fondo gris. Mojados y felices tomamos un chai y nos despedimos de Himachal Pradesh.

Por Victoria Verzini Para LA NACION

EXCURSION AL VALLE DE PARVATI


El valle de Parvati está al norte del estado de Himachal Pradesh entre los ríos Beas y Parvati. La primera parada para emprender la aventura por este valle es el pueblo de Manikaren donde se ven pasar vacas, chicos jugando con monedas, locales llenos de juguetes provenientes de China, suéteres tejidos a mano, artesanías en madera y mantas. Pasan bueyes tirando carros cargados de ladrillos, gente descalza con turbantes coloridos en sus cabezas, mujeres vestidas con saris y marcando cada uno de sus pasos con el sonar de sus tobilleras. Todo a la vez.

El paso de los días nos enseñó que no se necesitan tantas cosas, por lo que una mochila entera la dejamos en la guest house que nos alojó esta primera noche, una casa subiendo la escalera principal donde la familia se ofreció a cocinarnos.

Todos los días salen colectivos y camionetas locales hasta Barsiani donde hay que empezar a caminar. Nosotros tuvimos la suerte de conocer a Geilal, que iba al mismo lugar que nosotros. Otra opción es contratar a gente local que te guía por la montaña y también carga la mochila. Primero fuimos a Pulga donde invitamos a nuestro amigo a comer.

Seguimos camino el mismo día hacia Kalga, un pueblo similar, pero más adentrado en la montaña y menos conocido con el fin de seguir camino a Kheer Ganga.

Aguas curativas

 
Desde Kalga el recorrido es a pie durante 4 horas pasando por la catarata Rudra-Nag, que sorprende en medio del verde de los pinos de montaña. Kheer Ganga, a 2960 metros, es un paraíso hippie. Las creencias dicen que Siva permaneció aquí meditando durante 3000 años, y con el fin de proteger el área natural hundió su tridente en la tierra para calentar las aguas hoy características del lugar y de extrema importancia tanto para los hindúes como para los sijistas y budistas por sus propiedades curativas.

Nos alojamos en la casa de un amigo de Geilal, Balom. La casa se llama Ice and Fire. Balom llegó a Kheer Ganga hace 15 años. Cuenta que en ese entonces no había agua ni luz, y hoy con orgullo nos ofrece una habitación en su mansión construida con plástico y barro, una gran carpa con mesas y colchonetas en el piso, y pequeñas chozas que alquila por noche.

La electricidad la obtiene con paneles solares. Todos los años vuelve a construir su morada que se destruye durante las nevadas de octubre. El restaurante de Ice and Fire ofrece una gran variedad de exquisitos platos, fríos, calientes, de desayuno, postres... a precios accesibles, aún más cuando uno se percata del lugar donde está.

Ninguna de estas casas tiene duchas. Las piletas de agua caliente natural son de acceso gratuito, están a 20 metros de la aldea, con espacios separados para hombres y mujeres
La Nación, Febrero 2011.

jueves, 10 de febrero de 2011

Tucumán: Mil encantos del Jardín de la República...

Impresiones de un fascinante recorrido desde la capital provincial hasta los mágicos poblados de Tafí del Valle y Amaicha. La historia y las tradiciones, los tesoros arqueológicos y toda la belleza de los paisajes.





Miles de postales de colores vivos estallan en Tucumán . Nuevos bríos enriquecen su amplia gama de matices y la provincia se muestra vital ante los ojos de sus visitantes. El mentado Jardín de la República se recrea sin retaceos junto a los caminos, en las ciudades y pueblos, y bien arriba de los cerros.

 
El perfume de azahar de los naranjos envuelve la Plaza Independencia de San Miguel de Tucumán , el eje alrededor del cual se alinean los señoriales edificios de ilustres familias tucumanas. En 1524, antes de que tomara forma el entorno de arquitectura europea superpuesta, Diego de Villarroel tuvo la idea de fundar la primitiva aldea Ibatín cerca de la actual Monteros. Pero eran los diaguitas los dueños de estas tierras y se lo hicieron saber sin delicadezas al conquistador español.

En 1685, acosado por los indios y las inundaciones, Fernando Mate de Luna decidió trasladar la plaza al norte, donde floreció la capital. Le fue mejor: pudo levantar el edificio del Cabildo y la Iglesia Matriz.

 

Desde 1850, el templo es la Catedral Nuestra Señora de la Encarnación, cuyas columnas dóricas, jónicas, corintias y eslavas impactan tanto como la Estatua de la Libertad –esculpida por Lola Mora y llevada al centro de la plaza en 1904– y la imponente Casa de Gobierno, construida con detalles art nouveau sobre tres cúpulas negras, líneas francesas y rasgos italianizantes.
Después de décadas de permanecer deslucida en una calle céntrica, angosta y muy transitada a toda hora, la Casa de la Independencia de 1816 forma parte del Paseo de la Independencia.

La cuadra de Congreso ahora es peatonal y cobija puestos de artesanías, asientos y carteles que refrescan la memoria sobre los sucesos que rodearon la gesta del Congreso de Tucumán.

Una magia especial depara el lugar de noche –muy bien iluminado–, cuando en los patios interiores de la Casa se ofrece el espectáculo “Luz y sonido”.


En el Parque 9 de Julio –el refrescante pulmón verde de la capital tucumana–, la casona colonial del siglo XVIII que perteneció al obispo Eusebio Colombres –el pionero de la industria azucarera– exhibe el primer trapiche que funcionó en Tucumán, de madera de quebracho.
Las 168 hectáreas del parque que diseñó Carlos Thays en 1916 demuestran que el mote de “Jardín de la República” le calza a la medida a Tucumán.

En esta sugerente entrada a la ciudad por el este predominan los jacarandáes –conocidos aquí como tarcos–, complementados por limoneros, ceibos, paltas anisadas, mangos y nísperos.

La caminata atraviesa el Rosedal –abrazado por una pérgola–, 40 estatuas (algunas son de mármol), la Fuente Luminosa y el Reloj de las Flores: una delicadeza suiza, con las agujas tapizadas por el musgo.

Desde San Miguel de Tucumán hacia el este, la más genuina tradición tucumana cautiva antes de trepar la espectacular cuesta selvática que juguetea con las vueltas del río Los Sosa.

Famaillá acredita el mote de “Capital nacional de la empanada”.

“Debe cocerse en horno de barro y lleva carne cortada con cuchillo, cebolla de verdeo, morrón, pimentón y comino”, revelan en parte el secreto de su arte las mujeres famaillenses, cuyas expertas manos compiten en pos del reinado durante la Fiesta Nacional de la Empanada, en septiembre.

El río Los Sosa es una serpiente que brama en la selva y marca las curvas del camino, que se abre paso entre cañas colihue, helechos y alisos. Esporádicamente, el manto vegetal deja algún resquicio y afloran los balcones de la quebrada.

El aire puro y perfumado induce a tirarse un rato sobre la orilla, aunque enseguida el lugar de descanso se corre unos metros hasta el propio cauce del río, sobre alguna roca empapada por el agua fresca y transparente.

Después de transitar la seguidilla de curvas en subida y el gigantesco Monumento al Indio Calchaquí, el Parque de Los Menhires –que está formado por esculturas de piedra creadas hace 3 mil años– se entremezcla con gruesos cardones al borde del lago del dique La Angostura.

A la izquierda, el sol deja una pátina de brillo sobre la villa El Mollar . Enfrente, a los pies del Abra del Infiernillo, reluce Tafí del Valle . Praderas teñidas por un verde intenso y compacto, el aire que llena los pulmones con oxígeno a discreción, las cabalgatas y el queso artesanal sustentan la fama de esta puerta de entrada a los Valles Calchaquíes desde el sur.

Tafí es el terruño soñado para pelearle al estrés a pura caminata, cabalgata o simple contemplación, y también el lugar elegido para construir confortables hospedajes y casas de fin de semana. Cada tanto, la dulce voz de las copleras del pueblo copan las calles angostas. Un regalo inigualable.

Más proclives a las emociones fuertes, algunos jóvenes prefieren desafiar la naturaleza desbordante, volando en aladelta desde el cerro El Pelao o practicando windsurf en el lago de la represa.

Hacia el norte por la ruta 307, del otro lado del Abra del Infiernillo están resguardados los tesoros de la comunidad indígena de Amaicha del Valle , donde en agosto se realiza la Fiesta de la Pachamama. A 8 km del pueblo, por una senda de tierra flanqueada por casas de adobe, las Ruinas de los Cardones se mantienen en la cima de dos cumbres rocosas y al margen de cualquier catálogo turístico. No menos misteriosa es la Virgen Tallada, una obra excelsa trabajada en un solo tronco.

A 18 km de Amaicha, la “ciudad sagrada” de la comunidad quilmes revive la identidad y la cosmovisión de una civilización que empezó a florecer hace 9.000 años, hasta que en 1666 los pobladores fueron expulsados por los conquistadores españoles. El recorrido avanza en un permanente zigzag en ascenso.

Hay que andar con cuidado para alcanzar los sectores circulares, destinados a las mujeres encargadas de moler granos con morteros. Es mejor salir indemne de la acechanza de pencas (plantas espinosas), tunas y los enormes cardones que primero atraen con sus flores blancas y rosadas y después demandan contorsiones imposibles para arrancarles alguna pasacan, el fruto dulce comestible.

En las estribaciones de la cumbre del cerro, el sendero se transforma en una senda exigua, apenas una borrosa huella de piedras traicioneras, cada vez más difícil de transitar. Sólo los más audaces insisten en desentrañar los secretos de ese sector, que albergaba las cuarenta viviendas del cacique y su familia, discretamente protegido por varios pucará (puestos de vigilancia).

Sentado entre las ruinas de la ciudadela de los indios quilmes, el guía Sandro Yampa parece ensimismado en sus sorbos de chicha, sumido en el silencio que estremece. Un instante mágico al que se asocia desde las alturas un cóndor. Es que allí, sobre esos cerros pelados, salpicados de piedra y cardo, sus antepasados forjaron su propio jardín floreciente.

Por Cristian Sirouyan para Clarín, febrero 2011

miércoles, 9 de febrero de 2011

Cena íntima en San Valentín...

El día de los enamorados puede ser una buena excusa para una salida íntima, un regalo especial y hasta un viaje!. Pero si estas dos últimas no llegan a convencer aquí presentamos algunas propuestas de restaurantes, los precios y qué servirán para agasajar a las parejas.



En Il Fiume Ristorantino, ubicado frente al río en Puerto Madero, se celebrará tanto el 13 como el 14 de febrero con una romántica cena de tres pasos. Empieza con una entrada de canelones fritos de queso crema, de plato principal salmón rosado a la crema de mejillones y de postre, corazón de chocolate blanco y mousse de dulce de leche. El menú incluye una botella de vino Latitud 33 Rosé de Bodegas Chandon. El precio promedio por persona es de $145. Dirección: Olga Cossettini 1651. Teléfono: 5787-3097/8. Web: http://www.ristorantinoilfiume.com/

En Artemisia, un restaurante de cocina natural ubicado en Palermo, se festejará durante la semana del 10 al 20 de  febrero. La propuesta es un menú 4 de pasos, especialmente diseñado para disfrutar de una noche romántica a la luz de las velas. Comienza con unos panes caseros con dips y le siguen papitas rellenas con rabanito, olivas verdes, tomate, cebollita y brotes. Como plato principal, se puede optar por ravioles de salmón rosado o lasagña de polenta rellena de verduras. Como postre, helado de jengibre con bananas caramelizadas sobre galleta crocante de almendras o copa helada de maracuyá. El precio por persona es de $110 e incluye una copa de vino Dirección: Gorriti 5996. Para reservas: 4776-5484

En Dashi se servirá un menú para compartir de a dos. Se trata de un Tapeo Japonés que incluirá: sushi premium caliente y frío, degustación de ceviches, harumaki (crocante arrollado de ave y verduras con  salsa tamarindo) y delicia crocante (roll caliente de langostino, salmón rosado y avocado, con salsa creación del chef). El menú también incluye degustación de postres, que consta de cinco opciones, y café Nespresso. A su vez, la cena se acompañará con una botella de espumante Saint Felicien Nature. El precio por pareja es de $270 y participarán del sorteo de una cena para dos personas en cualquiera de sus sucursales.

Ceviche, restaurante de cocina peruana y Nikkei, propone de entrada ceviche Nikkei o causa limeña, acompañado por copa Lurton Pinot Gris, degustación de sushi con una copa Lurton Sauvignon Vuelá y de plato principal mariscos al fuego con arroz al olivo ó langostinos, pulpo, mejillones, chipirones con salsa de ají panca, brotes de rabanito, juliana de vegetales y arroz al olivo con una copa Lurton Reserva Malbec. De postre, suspiro de Limeña o cheesecake de dulce de leche, acompañado por copa Lurton Sauvignon Vuelá. El precio por pareja es de $250. Dirección: Costa Rica 5644. Solicitar reserva previa al  4776-7373. Web: http://www.ceviche.com.ar/.

En el restaurante Lucumma-Cocina Inka se agasajará a los enamorados con un obsequio especial: una copa de Pisco Sour para cada uno. La velada estará colmada de aromas y sabores cautivantes. Los Valentinos podrán degustar platos que encienden pasiones: Orgía de mariscos deliciosos mariscos con salsa de crema de leche y ají mirasol o el novedoso ceviche afrodisíaco a base de almejas, mejillones, camarones, langostinos. En el postre, se servirá suspiro de limeña. El precio por persona es de entre $80 y $90. Dirección: Olazábal 1679. Teléfono: 4784-9167

Godoy Restaurant & Cocktail invita a los comensales a una noche romántica bajo la luz de las estrellas en el deck con un menú diseñado para la ocasión. Comienza con rolls de pollo y sigue con langostinos crocante en panko y sésamo. De plato principal, bondiola de cerdo tiernizada con peras en coriandro y verdes orgánicos. Para el postre se servirá Mercado en frutas, con mango, mandarina, agua de rosas, pomelo y jengibre. Incluye, una bebida por persona, una botella de vino Estiba I cada dos y brindis con champagne. El precio por pareja es de $300. Dirección: Paraguay 4905. Reservas: reservas@restaurantgodoy.com.ar /4116-1923. Web: http://www.restaurantgodoy.com.ar/.

Sabbia Liquor Bar es un espacio ideal para pasar una noche romántica bajo las luces tenues o en la terraza en pleno corazón de Recoleta. El menú consta de snacks, como entrada crostin chicken con bouquet de verdes, como plato principal un vacío al horno tiranizado con papas rotas sobre salsa de humita y verdes y de postre, una mousse de chocolate blanco sobre torta húmeda de chocolate negro. El precio por pareja es de 200 pesos. Reservas y consultas por eventos: 4827-4415.

El domingo, el restaurante Cardinale del hotel Sheraton Buenos Aires ofrecerá un servicio de brunch con vinos Trumpeter Reserve, espumante Trumpeter para el brindis de Bodega La Rural, café y petit fours. Además, show de música en vivo y sorteos. El precio por persona $ 180, incluye estacionamiento sin cargo. Reservas: 4318 9264 / cardinale.bsas@sheraton.com.

El restaurante St. Regis de Park Tower Buenos Aires con su cálido jardín de invierno y una excelente vista panorámica estará ofreciendo un ambiente elegante con una variedad de exquisitos platos a base de cocina gourmet internacional a la carta acompañados por una  exclusiva selección de vinos. Reservas 4318 9211 o bien  stregis.bsas@luxurycollection.com

El restaurante Lola, ubicado en la esquina de Guido y Junín presenta su menú alusivo en la noche del lunes que además contará con un show de tenores líricos para los enamorados. El menú, diseñado por el Chef Ejecutivo Gonzalo Vidal, formado en la escuela francesa “Le Cordon Blue, empieza con una entrada, le sigue risotto con frutos de mar o pechuga en costra de almendras y puré de dátiles. De postre, degustación de chocolates. El precio por persona es de $140 por persona. Reservas: 4804-5959. Web http://www.lolarestaurant.com/

El restaurante Moon, en Puerto Madero, apelará a la sensualidad de la cocina de Medio Oriente en un espacio con vista al río. Se servirán langostinos crocantes rebozados en panko con hummus de ensalada árabe ó Colita de cuadril rellena de jamón ibérico y parmesano. Como cierre, un platito de obsequio en forma de media luna -homenaje al nombre del restaurante- con Parfait de chocolate amargo y crema moka, con coulis de Baylis y marquise de chocolate blanco. Durante la cena, habrá un show en vivo de canciones de amor de todos los tiempos y baile. El menú vale $380  e incluye vino de bodega Navarro Correas). Reservas: 4311-5370

En Algodón Mansión se celebra en su restaurant Chez Nous, en la noche del 14 de febrero. De entrada, ensalada de pato confit, sandia, rúcula, rosas y cerezas compotadas mientras que para el plato principal se puede optar entre salmon mi-cuit ó bondiola de cerdo laqueada con miel-naranja y eucalipto. Antes de la llegada del postre se servirá arándanos y menta para luego pasar a una crema de moras y frambuesas, biscuit de pistachos y crema de casis. El precio por persona es de $ 279 e incluye vino Algodon Wine Estates durante la cena. Dirección: Montevideo 1647.

El Palacio Duhau – Park Hyatt celebrará el Día de San Valentín con una cena acompañada por un distinguido show de tango en vivo, que será el complemento ideal para una velada romántica bajo las estrellas. Para la ocasión, el chef Franco Canzano, diseñó un menú de 3 pasos en Gioia Restaurante & Terrazas, basado en el estilo de Moderna Cocina Italiana que caracteriza al restaurante. El menú será maridado con espumante Baron B. El precio es de $400. Información y reservas: 5171 1234.

El equipo creativo de Osaka, ubicado en Palermo, pondrá el énfasis en la conjunción de sabores que suman las tradiciones china,  japonesa, nikkei y tailandesa. Como propuesta están los tiraditos al estilo Osaka, el sushi bar, Chanchito Nikkei y tapas, como vieiras a la Parrilla, Chicharron Mixto, Shirome Nasu (rollitos de pescado y  berenjenas con reducción de leche de coco y mani crocante). Gasto promedio por persona: $200. Dirección: Soler 5608. Reservas: 4775-6964.

En Barbaro Bar, el lunes 14 se servirán un banquete de arte y sabores: Rabas con salsa alioli; Trucha pop art (perfumada con albahaca y verduras grille) o Tournedos de lomo envueltos con Panceta en reducción de Malbec. Para el postre, Torta de chocolate con Frutos Rojos y Helado. El precio promedio por persona es de $70. Dirección: Tres Sargentos 415. Reservas: 4311-6856

Fuente: infobae.com

miércoles, 2 de febrero de 2011

Las Leyendas de Uxmal...

En el estado de Yucatán, la antigua ciudadela es uno de los grandes tesoros arqueológicos de la cultura maya



UXMAL ( El Universal/GDA ).- Dicen que uno de los mejores sitios para iniciar el encuentro con un destino es la ventanilla de un avión. Y aunque desde las alturas la zona arqueológica de Uxmal parece una constelación, Humberto Gómez, guía experto, sugiere conocerla a través de las creencias mayas. "Pensaban que el mundo era un cuadrado dividido entre la tierra, el cielo y el inframundo."

 
La tierra

Lo primero que se debe tener es un mínimo de condición física. Uxmal, Patrimonio de la Humanidad, es un reto para quien no acostumbre caminar, subir y bajar escaleras.

El camino para entrar en la zona es una vereda selvática rodeada de ceibas y palmas. Aunque se oye el cantar de las aves, durante el invierno no son tan abundantes. "En verano hay muchas guacamayas y pelícanos", dice Humberto.

La pirámide del Adivino es lo primero que conocemos. Pertenece al Puuc, un estilo de arquitectura de estética elevada. La palabra significa serranía. Las construcciones se hacían en forma de montañas para representar los tres niveles de vida: iniciación, resurrección y ascensión.

La atmósfera mística del lugar hace que respiremos profundo, como si algo en el aire nos purificara. En ese momento entendemos que la tierra, según la cosmogonía maya, es lo que permanece. Aclara Humberto: "La vida en sí misma, y la inevitable imagen de que esta ciudad fue creada como centro religioso".

El guía nos cuenta la leyenda de El Adivino. Cerca de Uxmal, una bruja halló un huevo del que nació un enano, al que llamaron El Adivino. Este encontró un tunkul (instrumento de percusión) y lo tocó. Las profecías decían que si alguien lo tocaba, el trono de la ciudad sería suyo. Así que el rey de Uxmal lo escuchó y antes de retirarse de su mandato sometió a una apuesta al enano: el rey se marcharía si el enano construía la pirámide en una sola noche.

Lo escuchamos con atención y pienso que ahora el viajero no viaja, lo viajan. Nos transportamos en el tiempo, cuando Uxmal era capital del reino maya, hacia el año 850 d.C. Entonces preguntamos por qué hay secciones con una tonalidad rojiza. Pero Humberto no puede asegurar nada: "Los estudios muestran que el color es por el tipo de piedra. Eso sí, los relieves de Chaac, el dios de la lluvia, eran pintados en verde y rojo".




El cielo

La ciudad se erigió con la llegada de la tribu maya de los xiúes. Su mayor esplendor se sitúa entre los siglos VII y X de nuestra era.

El guía nos habla de uno de los mayores descubrimientos: los chuntunes, que hoy conocemos como cisternas. "En esta zona no había cenotes y por eso eran fundamentales las ceremonias a Chaac, al agua."

El placer de la sorpresa repetida nos llega. Es decir, sabemos que iba a ocurrir, de tanto ver fotos de Uxmal con las que exclamamos ¡Oh! Pero nada se compara con estar aquí.

Caminamos junto a Humberto hasta el Cuadrángulo de las Monjas y nos cuenta otra historia: "Chaac tiene un color diferente para cada uno de los puntos cardinales. Por ejemplo, aquí, Chaac es llamado en maya Xib Chaac u Hombre Rojo, por estar al Este. Otros edificios -Cuadrángulo de los Pájaros y el Palacio de Gobierno-, según su alineación, reservan el blanco para el Norte, el negro para el Oeste y el amarillo para el Sur".

La principal función de esta alineación tenía que ver con la ubicación de los planetas. Eso mantenía la armonía en Uxmal, en el universo. "¿Esto es el cielo?", le preguntamos a Humberto, y responde que sí.

El Cuadrángulo de la Monjas fue utilizado como escuela para los mayas. Está adornado con figuras humanas. "Aunque, según documentos, éste fue más bien un centro de curación."

El inframundo

Continuamos la caminata al Palacio de Gobierno. Humberto insiste en que éste es uno de los edificios mejor conservados, hecho por cientos de manos indígenas prodigiosas. "Sus piedras están cortadas en forma de mosaico, conocidas como piedras de recubrimiento."

 
Salimos y el juego de pelota nos recibe. De éste sólo podemos observar sus anillos. Seguimos al Cuadrángulo de los Pájaros, pero antes de subir hacemos una pausa y lo admiramos por fuera. Es enero y la temperatura promedio es de 30°C. "Fíjense en su fachada, tiene muchas esculturas de aves. Existe la hipótesis de que el edificio fue un centro de purificación."

Finalmente vamos al Palomar, ejemplo de la ingeniería maya. "¿Han visto los carteles de lona con agujeros?", cuestiona Humberto. Eso es para que el viento no los rompa. Este recurso lo aplicaron originalmente los mayas para protegerse de los huracanes.

Uxmal, nos cuente o no su verdad, nos deja pasmados. ¿Por qué se fueron todos? ¿A dónde? Lo que constata el museo del sitio es que la ciudad fue abandonada por guerras, que todos desaparecieron y los españoles la encontraron desierta.

Jessica Servín para La Nación

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