miércoles, 26 de enero de 2011

Dos días en Santiago de Chile...

Historias, barrios, museos y sabores que entretejen un recorrido por las mayores encantos de una ciudad que crece entre cerros. El centro histórico, la casa de Neruda y la vida nocturna.


Muchas personas sostienen que no se puede medir la felicidad. O que por lo menos es muy difícil hacerlo. Que debemos atraerla, seducirla. Y dado que es muy esquiva, hay que tratar de prolongar, de retener ese momento de plena satisfacción la mayor cantidad de tiempo posible. El último pedacito de ese hermoso sol anaranjado que el mar se traga frente a la playa uruguaya de Piriápolis. Un perfume. La relación entre Daniel Auteuil y Jean-Pierre Darrous en el filme “Dialogue avec mon jardinier”. Los ojos castaños y la voz de esa mujer española en el ascensor Lacerda, en Salvador de Bahía, Brasil. Las risas con esos nuevos amigos de la infancia en el crucero caribeño. Ahora, atesorar este instante, desde la ventanilla del avión: la vista del Aconcagua, su fisonomía desordenada, imponente, sobre los seismiles (picos de más de 6 mil metros de altura) que lo rodean, la Cordillera infinita, una mañana espléndida, minutos antes de arribar a Santiago, Chile.



PRIMER DIA

8.00 La salida del aeropuerto internacional Comodoro Arturo Merino Benítez, en Pudahuel, a pesar de la hora “punta” (hora pico) se torna un paseo. Durante el recorrido de casi 27 km hacia el Casco Antiguo se observan llamativos y pintorescos automóviles de origen chino, coreano y de la India. El giro de un semáforo en la Alameda, nombre completo Avenida Libertador General Bernardo O’Higgins, permite el rápido escape en busca del desayuno en la avenida Brasil, en el bohemio barrio homónimo. Una pegada: desde la mesa del Plaza Café (Av. Brasil 221) se alcanza a oír el elogio de unos paseantes sobre los precios y las comodidades de los hostels de esta zona y de la cercana Shungai, mientras pequeños sorbos alargan el disfrute del café a la naranja, que alguien recomendó en Buenos Aires.

10.30 Ahora, hacia la comuna de Providencia. De ubicación cercana al centro de la Región Metropolitana, sus barrios verdes se entremezclan con áreas residenciales y comerciales. Entre las hojas de los plátanos orientales –cuya plantación se atribuye a que su sombra es muy valiosa los días de calor, y porque no necesitan tanto riego–, se ven correr las aguas del río Mapocho (del mapudungún mapuchuco, “agua que penetra la tierra”). Su nacimiento se produce en el sector del cerro El Plomo, en los Andes. “En el río Mapocho mueren los gatos y en el medio del agua tiran los sacos, pero en las poblaciones con la tormenta hombres, perros y gatos es la misma fiesta…”, le cantó Víctor Jara.

Cuando arribaron los españoles desde el Alto Perú, los habitantes originarios aconsejaron a Don Pedro de Valdivia que se instalara con sus huestes en el valle de este río. Así fundó, en un cerro llamado Huelén, la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura, el 12 de febrero de 1541. Actualmente, el cerro se denomina Santa Lucía y está ubicado en pleno corazón santiaguino. Se forma en su torno desde la Plaza de Armas, el Correo Central, la oficina del alcalde, el Museo de Historia y el Palacio de la Moneda, una suerte de tablero de ajedrez. Por lo que se aprecia al recorrer el bello y florido cerro hasta la cima, varias jóvenes parejas lo tomaron como símbolo de su juramento de amor. En una roca inclinada que se resiste a desprenderse alguien pintó “Analía sos mi locura”. Si el amor se cae, cae todo a su alrededor. Hay hasta un castillo donde se realizan fiestas y ceremonias matrimoniales. El cerro de Santa Lucía, el Cerro de los Enamorados.

Cerro Santa Lucía

15.00 El tardío almuerzo es en Lando (Av. José Manuel Infante 1020), un restaurante peruano que llama la atención con un pejesapo que no supera los quince centímetros. Tan feo como delicioso, es el comentario. Le siguen mariscos, tiburón mako –parecido al pez espada, pero más rosado– y salmón al vapor. El sommelier da a catar varias cepas de distinta coloración y procedencia. La opción elegida es un vino chileno producido en Santa Cruz, en el cercano valle de Colchagua. Tiene una denominación particular. Se llama Chamán. Un cabernet sauvignon intenso, como las danzas que, mientras tanto, interpretan jóvenes ataviados con la típica vestimenta del huaso chileno en un show folclórico tradicional. Dedican varias cuecas y son acompañados por guitarristas y la voz potente de una cantante.

20.00 Se hizo casi de noche y no hay tiempo para llegar al Centro Cultural “Gabriela Mistral”. Tal vez mañana. A la salida de una de las estaciones del moderno subte, se opta por una caminata para conocer el pintoresco barrio Lastarria, un pequeño oasis urbano. También llamado de Bellas Artes, encontró su desarrollo a mediados del siglo XIX, con la construcción de la Parroquia de la Vera Cruz. Cuando fue terminada, en 1857, varias familias se instalaron a su alrededor. Más adelante, vivieron en el barrio intelectuales y artistas reconocidos de Chile. Hace pocos años la iglesia fue restaurada y se la declaró monumento histórico.

Los jueves, viernes y sábados, desde la calle Rosal hasta Merced funciona una Feria de Antigüedades y Libros. En este sector hay un conjunto de cafés, bares, librerías, tiendas de diseño, galerías de arte y centros culturales. Algunas calles aún conservan sus adoquines originales. Hermoso sitio, con buena luminosidad. Un anuncio grafitero con el fondo de un original dibujo reza: “Fuera de la tierra no hay tierra como la nuestra”. Tradición y tintes modernos tornaron esta zona céntrica muy particular.

23.00 En el anochecer de un día agitado se toma en cuenta la recomendación de una publicidad: no pesan los años, pesan los vicios. Así que la visita nocturna al barrio Bellavista, uno de los más emblemáticos de Santiago y frecuentado por la bohemia local y turistas extranjeros, se piensa tranquila.

Es muy pintoresca la zona. Su máximo exponente es la Casa Museo La Chascona (Fernando Márquez de la Plata 0192), vivienda que perteneció al poeta Pablo Neruda. La casa tiene la forma de una embarcación y es patrimonio cultural. Hay muchos pubs y establecimientos gastronómicos de nivel. Se encuentran sobre la calle Constitución, en la intersección de Dardignac y Mallinkrodt. Y en el patio, una especie de corazón de manzana llamado también Bellavista, donde se levantan ferias de artesanías y casas de regalos. Si bien se transita en plena movida noctámbula, el barrio Bellavista ofrece una gran actividad cultural durante todo el día. Pero es a estas horas cuando el panorama es colorido, ya que las paredes se tornan muy atractivas bajo las luces de los reflectores. Además, centros artísticos exponen variedad de obras y abarcan todo tipo de géneros.

La Chascona

En un ambiente muy relajado donde una banda interpreta jazz, tientan unas pequeñas porciones de sushi. También empanadas de pino, una empanada típica de aquí rellena de carne, pasas, huevo, cebolla y aceituna. Todo exquisito en este gran patio. Y bueno, un par de copas de auténtico pisco sour y basta por hoy.

SEGUNDO DIA

9.00 Despertar con la maravillosa vista de la Cordillera penetrando la ventana de la habitación y desperezarse bien. Extender y estirar los miembros, sacudir la modorra y librarse del entumecimiento. Ahora, un buen jugo natural de naranjas exprimidas, varios kiwis y frutillas. ¡Qué saludable! Un café prieto bien calentito y a caminar por la zona cercana, en el barrio La Dehesa, uno de los sectores más exclusivos, en la comuna Lo Barnechea, al noroeste del casco urbano de Santiago. Los santiaguinos compiten a ver quién tiene el barrio más limpio y bien mantenido. Este además es muy florido. Deambulamos entre senderos y jardines con flores de variados colores.


Museo de Arte Precolombino

11.00 En la antigua sede del Palacio de la Real Aduana está el Museo Chileno de Arte Precolombino. Una muy buena decisión visitarlo. Es que la variedad de alternativas obliga a optar. Su inauguración data de 1981. Actualmente posee piezas que además de su valor artístico-cultural son muy bellas. Bellísimas. La muestra que ofrece cubre desde los inicios del arte cerámico y textil de América hasta la llegada de los conquistadores europeos. Trata de representar la diversidad de los pueblos precolombinos sin restricciones. La colección incluye piezas hechas en cerámica, metales, fibras textiles, plumas, piedra y madera.

El museo está en pleno centro, a pasos de la estación de subte Plaza de Armas y cuenta también con una biblioteca y archivos audiovisuales. Las visitas son de martes a domingos de 10 a 18.

13.30 A apenas cinco cuadras, en las calles San Pablo y 21 de Mayo, se ubica el famoso Mercado Central. La recorrida exploratoria de este increíble lugar sucede mientras los mozos de todos los restaurantes tientan con ofertas.La opción es El Galeón (local 26 y 80 del Mercado Central) bien en el medio, frente a puestos de verduras grandes y multicolores. Aunque había sitios, ahí mismo, más finos y reservados, un poco de bullicio con cantantes y música incluidos es bienvenido. A una sabrosa entrada de camarón ecuatoriano le sigue un plato de corvina cancato (con queso, tomates y especias). Podría haber sido la denominada corvina pacífico que viene preparada con dulce de jaiva con zuchini al oliva. O las albacoras australes que les trajeron a unas chicas mexicanas que estaban en otra mesa. ¡Tenían una pinta! Y vienen con centollas. Pero bueno, hay que elegir.

Esta vez, nada de escatimar. Un sauvignon blanco, Casillero del Diablo; otro más. Ya en la sobremesa y contando chistes, una mousse de mote con huesillo –refrescante y tradicional postre de Chile– y sí, un bajativo, pero el nombre y la cantidad quedan en secreto.

16.00 Luego de recorrer unos minutos la peatonal Ahumada y de tomar fotografías en el Paseo de las Delicias, un taxi y al Parque Metropolitano de Santiago. El conductor afirma que el parque abre todo el año y que la vista desde la cima es muy hermosa. Más tarde llegaría la comprobación. Sobre la finalización de la calle Pío Nono se ubica el funicular que permite el ascenso hasta uno de los puntos más elevados del parque, el cerro San Cristóbal. Desde allí se puede apreciar un amplio panorama de la ciudad. A medida que se efectúa el recorrido cambia el paisaje permanentemente. Cientos de ciclistas y paseantes se movilizan por todo el parque. Está muy bueno. Se presenta un camino que conduce a la estatua de la Virgen María, que se levanta en la cima. Creyentes con vestimentas de distintas congregaciones dan un marco singular al lugar.

Este cerro, el San Cristóbal, se halla a 880 msnm y posee una altura de 280 metros. Es el segundo punto de mayor altura de Santiago de Chile. El primero es el cerro Renca. El Parque Metropolitano de Santiago es el parque urbano más grande del mundo, con más de 722 has de extensión. Las actividades son numerosas. Se puede alquilar bicicletas, ir al zoológico. Se realizan sesiones de gimnasia gratuitas llamadas Gimnasia Entretenida. Conciertos y exposiciones. Un Centro de Educación Ambiental brinda información sobre el tema. Lugares para picnic. En el sector denominado Tupahue está el Jardín Mapulemu, con variedades de la flora chilena. En el parque también funciona un teleférico, el Oasis, pero está en reparaciones.

Al término de la excursión, el circuito desemboca en el barrio Bellavista. Una buena ocasión para adquirir algún souvenir. O sólo llevarse un artículo de cuero o platería de cualesquiera de los puestos de venta de artesanías. Tal vez un lapislázuli como joya o simplemente por la calidad de la piedra.

22.30 En una calle llamada Vitacura se esparcen varios locales de gastronomía, bares y algunas discotecas. La zona es elegante y atractiva para pasar un rato ameno. El paseo hace que los jóvenes empujen hacia un boliche, Las Urracas (Vitacura 9254). El lugar tiene un sector lounge, donde se puede cenar. La carta es internacional. Una larga barra en la terraza da una vista piola del boliche.

Pasada la medianoche la intensidad de la música aumenta a la par del ritmo corporal de los bailantes. Unas pantallas gigantes reproducen la movida. Hay que decir que la iluminación y el audio son excelentes. Pero el vuelo de regreso a Buenos Aires parte temprano. De modo que después del show, el último brindis y despacito hacia la salida.

Espléndido. Tal vez sí se pueda medir la felicidad.

Por Luis Giannini para Clarín, enero 2011.

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