jueves, 21 de enero de 2010

Córdoba... Mediterránea y Universal

Poco conformes con el mérito de tener la impronta del Che, darse chapa con un ajedrez gigante y tener ruinas que son Patrimonio de la Humanidad, la capital codobesa y otras ciudades próximas constituyen un modelo de cómo pensar un turismo que incluya a todos.



Las piezas encajan perfectas, como en un rompecabezas. No es posible entender la majestuosidad de Córdoba sin ver la foto final. Alcanza con agrupar algunos lugares separados por distancias cortas para descubrir sierras, valles, ríos, paseos históricos y festivales autóctonos. Hay quienes definen el cuadro de situación como el “efecto derrame”: la apuesta es seducir al turista con un sitio como base de las vacaciones, pero abrir el abanico para desandar los otros encantos cercanos.

Los que buscan vida de ciudad para visitar museos y cultura pueden alternar con incursiones gastronómicas a Villa General Belgrano, por ejemplo. O aquellos que van a conocer los valles de Alta Gracia y su microclima no dejan de recorrer la vecina y pintoresca La Cumbrecita, primer pueblo peatonal de la Argentina. Para la noche, Córdoba sube a la pasarela a su vedette del verano: Villa Carlos Paz.


Prohibido asfaltar. Difícilmente existe un lugar en el mundo más natural que La Cumbrecita. Virgen de cemento, esta peatonal de tierra –no circulan autos– goza de la impronta de una pequeña aldea de Europa del Este. Al visitante se le recuerda que “se encuentra dentro de una reserva natural” y que será “pasible de multa entre 100 y 500 pesos toda aquella persona que corte o dañe cualquier especie de la flora local”. El respeto hacia la naturaleza se traslada también a la convivencia, en la que los riesgos y los robos están reducidos a una expresión mínima que ni siquiera representa un problema. Otro sello distintivo es la precisión: un cartel tallado en madera anuncia que el baño público se encuentra a 69 metros.

A unos 20 minutos de caminata se encuentra un paseo que no se recorre sin sentir adrenalina. Es el Peñón del Aguila, que por 50 o 65 pesos ofrece una tirolesa (traslado en posición horizontal, a través de un cable carril) como parte del montaje para el ecoturismo.



En el menú de La Cumbrecita también hay pesca deportiva y la estrella es la trucha, que le da nombre al lago principal. Se recomienda no dejar de pasar por la cascada grande, donde se forma una olla de nueve metros de profundidad, ciento por ciento apta para el chapuzón. El pintoresco pueblo también atrae con la Plaza del Ajedrez, donde se juega con piezas gigantes movidas entre los jugadores que suelen pararse sobre el tablero de mosaicos.

Realizar cualquier actividad sin amenaza de lluvia es tan factible que las gacetillas oficiales aseguran que “el turista puede gozar de 300 días soleados al año”.

La Villa cuenta con una variada oferta de alojamiento. La lista incluye hoteles, cabañas y hosterías, con la particularidad de que la mayoría son sitios atendidos por sus dueños.

De día, la recomendación es recorrer el valle o dejarse envolver por el paseo Pozo Verde-Cerro Mirador. Allí hay una caminata de dos horas por el arroyo, en medio de la quebrada Zarzamora. Otra opción es hacerlo a caballo.

La patria chica del Che.


Quienes hoy van a la pintoresca ciudad de Alta Gracia, de 37 mil habitantes, sepan que se encuentran en la puerta de acceso a los encantadores valles de Paravachasca y Calamuchita. Dentro de la galería de imágenes históricas de la zona, se destaca la presencia de las ruinas jesuíticas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero además de las joyas naturales de Alta Gracia, el destino se impone por una pieza de colección urbana: la casa donde Ernesto Guevara vivió durante la mayor cantidad de tiempo, en la calle Avellaneda al 500. Hoy, museo y lugar de emoción para los amantes de la historia reciente, las imágenes y los objetos que allí se atesoran reivindican con cuidadoso detalle los momentos más gloriosos de un hombre al servicio de la revolución. Un dato curioso: no hay evidencia fotográfica ni documento alguno que retrate la muerte del Che. “Es a pedido de sus hijos. Ellos dicen que el padre sigue vivo en las ideas”, explica el guía. Guevara pasó la infancia en Alta Gracia, consecuencia del asma, que requería un sitio de clima seco.




El mapa cultural de la ciudad se completa con las edificaciones que ladean la plaza central, donde se encuentra abierta al recorrido turístico lo que alguna vez fue la casa del virrey Liniers. Justo frente al Tajamar, el dique artificial que engalana el casco histórico de Alta Gracia.

Armonioso en paisaje y ritmo de vida, este sitio ubicado a 38 kilómetros de la capital de la provincia tiene la calma de una siesta al aire libre, con un clima ideal.


No sólo por la vista.


La Fiesta Nacional de la Cerveza es la carta de presentación de Villa General Belgrano. Pero la red para atrapar turistas trasciende la espuma del distintivo producto artesanal. Además del Oktoberfest (que también se repite durante algunos fines de semana de enero y febrero), Villa General Belgrano presenta una fachada de estilo alemán. La municipalidad exige que se respete esa peculiar estética constructiva, al punto que empresas internacionales han tenido que adecuarse a carteles de madera para promocionar su marca en lugar de los habituales letreros luminosos. Dentro de ese concepto, también se recrean tradiciones centroeuropeas, como los espectáculos de la búsqueda de huevos de Pascua (altamente recomendables los chocolates de la zona), escondidos por la Coneja. O el desfile de farolitos que protagonizan los más chicos por las calles del centro.

Rico en naturaleza y con alto nivel gastronómico, Villa General Belgrano tiene un doble sentido: entra por la vista y gusta por el paladar.


Le agregan glamour.


A la Córdoba bella en paisaje se ha sumado en los últimos años el eslabón turístico de la capital, muy renovada. El maquillaje de mayor producción hace foco en el Paseo Buen Pastor, revitalizado desde 2007. Allí se preservaron edificios originales, ahora restaurados como museos. Es justamente en Nueva Córdoba (Hipólito Yrigoyen 325) donde antes estaba la ex cárcel de mujeres, donde se rinde homenaje a las presidiarias que sufrieron las torturas de la dictadura. Además, se revalorizó la capilla central y se les volvió a otorgar identidad a otros sectores culturales (como los claustros), que son parte de esta superficie de 10.396 metros cuadrados.

El corredor cultural está pensado para que incluso se pueda comer en el lugar. Restaurantes con buena vista permiten durante el almuerzo o la cena apreciar las aguas danzantes y los espacios verdes, intercalados entre joyas arquitectónicas como la Iglesia de los Capuchinos.

Cuando las luces artificiales se encienden, la ciudad ofrece bares y boliches. Pero para sentirse en la capital nacional del fernet, hay que probar el trago servido en vasos XL.

Para completar el combo de noche cordobesa, la sugerencia es asistir a algún “baile” de La Barra (casi siempre actúan en El Colono), el grupo cuartetero de moda.

Sin embargo, también se recomienda conocer la noche de Carlos Paz, a 36 kilómetros, donde los cordobeses se jactan de contar con las más taquilleras obras teatrales.

Recién entonces, el rompecabezas cordobés estará listo, sin piezas sueltas.


Provincia modelo


En Córdoba, la palabra “todos” comienza a cobrar su real dimensión. Que se entienda: la pretensión es que el turista con capacidades diferentes pueda incorporarse a los variados circuitos y atractivos del lugar, “no como sujeto de servicios especiales segregado del resto”, según consignan la Agencia Córdoba Turismo y la Secretaría de Inclusión Social del Gobierno de la Provincia.

La cruzada se impulsa bajo el lema “Córdoba, un destino accesible”. Más allá de su gran capacidad hotelera (la provincia dispone del 10 por ciento del total de plazas del país) y la renovada conexión con Buenos Aires (sólo hay 36 kilómetros de los 700 que no son por autopista), el término “accesible” apunta a la inclusión social. Es decir, que el medio se adapte a las diferentes capacidades de las personas. Por ejemplo, Alta Gracia presentó la primera muestra escultórica para ciegos. Y La Cumbre fue designada como localidad turística modelo, por sus reformas urbanas, que incluyeron la eliminación de obstáculos dentro de la ciudad, la construcción de veinte rampas para discapacitados, además de instruir a los informantes turísticos.

Además, en esta ciudad se experimentan bastones inteligentes y un sistema de senda de tránsito para no videntes a base de botoneras sensibles conectadas a una base central. “La idea es que nadie se pierda de disfrutar Córdoba”, resume Gustavo Santos, presidente de la Agencia Córdoba Turismo. Ese es el costado social que la provincia, de a poco, empieza a desandar.


Por Marcelo Rodriguez para Diario Perfil, sábado 16 de enero de 2010

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