Existen dos leyendas sobre el origen de los llamativos colores que se usan para pintar las casas de los portales dublineses. Una dice que tras la muerte de la reina Victoria los ingleses, que dominaron Irlanda durante 800 años, pidieron pintar las puertas de color negro como gesto de respeto.
Pero los irlandeses hicieron lo contrario. La otra versión dice que, dado el gusto local por la cerveza y bebidas espirituosas, los colores de las puertas era una forma de distinguir cuál era la casa propia después de una noche de juerga en los pubs.
Sea cual es sea la versión verdadera, ambas leyendas reflejan la historia y el carácter de Irlanda, que sólo es república independiente desde 1922, un país de grandes músicos, artistas y escritores que ha dado al mundo una infinidad de íconos culturales, desde James Joyce y Oscar Wilde, hasta U2 y Sinead O'Connor.
Una cita con la Historia
Dublín, su capital, es la puerta de entrada del país y una ciudad imperdible para los amantes de la literatura y la música, que impregnan cada rincón de la ciudad, y por supuesto de la cerveza y los pubs. El próximo 17 de marzo, además, Dublín se vestirá de verde para celebrar a su patrón, San Patricio, una fiesta que ya es toda una marca a escala global, pero que en ninguna parte brilla tanto como en su lugar de origen.
Conocer la historia de Dublín es una travesía sencilla y agradable gracias a la escasa distancia que hay en la ciudad. Una forma ideal de comenzar el paseo es arrancar por el famoso Trinity College, en pleno centro de Dublín. Allí, además del histórico campus, se puede visitar en su antigua biblioteca el Libro de Kells. También conocido como "Gran Evangeliario de San Columba", es un manuscrito ilustrado con motivos ornamentales, realizado por monjes celtas hacia el año 800 que además es un símbolo nacional. También es muy recomendable la visita a la sala grande de la biblioteca, propia de las películas de Harry Potter.
A la salida del Trinity College, en una de sus esquinas, al comienzo de la comercial y peatonal calle Grafton, se encuentra una de las esculturas más populares de la ciudad, la de Moly Malone, que invita a tomarse una foto obligatoria para todo visitante que llega a la ciudad.
Paseando desde el Trinity College por la calle Dame, una de las principales de la ciudad, se llega en cinco minutos al Ayuntamiento, donde es posible conocer los 1.000 años de historia de la ciudad en el City Hall Exhibition, donde se propone un recorrido que va desde la pequeña base militar que crearon los vikingos en el siglo IX hasta la urbe cosmopolita que es en la actualidad.
Justo detrás del Ayuntamiento se encuentra el Dublin Castle, desde donde los ingleses gobernaron el país y que hoy es sede del gobierno irlandés. Se trata de una imponente edificación que fue construida sobre los fuertes vikingos y normandos, y que se puede conocer mediante una muy recomendable visita guiada, en la que se muestra, por ejemplo, la sala donde se firmaron los acuerdos de Viernes Santo que llevaron a la paz en Irlanda del Norte. Actualmente los mandatarios extranjeros siguen quedándose en este recinto durante sus visitas al país.
La ruta literaria
Muy cerca del Dublin Castle se puede visitar también la Chester Beatty Library, que alberga una de las mayores colecciones de manuscritos del mundo, con obras procedentes de los cinco continentes: papiros, ejemplares a mano del Corán y de la Biblia, o antiquísimos textos hindúes.
Y es que los libros y la literatura siempre han sido también uno de los campos en los que destacó Irlanda, que con cuatro premios Nobel ha dado a la literatura nombres como Jonathan Swift, Oscar Wilde, James Joyce o Bernard Shaw, entre otros, además de artistas plásticos de fama universal como Francis Bacon.
Los viajeros interesados en la literatura y el arte pueden visitar el Dublin Writer Museum, al final de la calle comercial O'Connel, y justo a su lado el Dublin City Gallery-The Hugh Lane, donde se puede ver el estudio original donde Francis Bacon creó sus cuadros, así como obras Renoir, Degas o Monet, y también numerosos trabajos de artistas irlandeses del siglo XX. La entrada es gratuita.
En un recorrido literario por Dublín no debe faltar una visita al Centro James Joyce, situado en una casa restaurada de estilo georgiano, escenario de conferencias y talleres, y se instruye a los visitantes sobre las distintas rutas que hay en la ciudad para seguir los rastros del famoso escritor.
Regresando al otro lado del río Liffey, que divide Dublín en dos, las visitas a los lugares histórico-religiosos son obligadas, dada la importancia que tiene la religión en el país. La Catedral de San Patricio, que curiosamente es protestante a pesar de que este santo es el patrón de la católica Irlanda, y la Christ Church Catedral, de estilo normando y donde se tocó por primera vez el Mesías de Haendel, son los dos puntos más importantes en este aspecto.
Pintas para San Patricio
Pero además de recorrer museos, una visita a Dublín no estaría completa sin conocer la histórica fábrica de Guiness, en pleno centro de Dublín. La fábrica fue creada en 1759 y aún hoy allí se fabrica toda la cerveza Guiness que se consume en Europa y los EE.UU. No en vano Arthur Guiness, su creador, arrendó el terreno que hoy ocupa la factoría durante 9.000 años por tan sólo unas pocas libras.
Esta atracción, la más visitada del país, permite conocer el proceso de elaboración de la famosa cerveza irlandesa y luego tomarse un pinta en el Gravity Bar, el punto más alto de la ciudad, con visión panorámica de todo Dublín. El precio de la entrada es de 15 euros.
Otro lugar para los amantes de las bebidas irlandesas, además de los pubs de Temple Bar, es la destilería Old Jameson. La antigua factoría de whisky es ahora un museo dedicado a esta bebida, que también dispone de un bar panorámico.
Al otro lado de la destilería Old Jameson se encuentra la zona de Temple Bar. Unas calles que toman su nombre de la antigua barrera que había en este lugar ante la sinagoga de la ciudad, y que hoy constituyen el centro de la vida nocturna de Dublín junto con la peatonal calle Grafton, comercial de día y más divertida de noche.
En ambas zonas, cada noche de viernes y sábado decenas de cantantes callejeros tocan canciones folclóricas o más modernas de grupos como U2 y otras glorias locales, amenizando el paseo entre pub y pub. Durante las inminentes festividades de San Patricio, en torno al 17 de marzo, las calles de Temple Bar se convertirán, como todos los años, en el epicentro de los festejos y se vestirán de verde por la fiesta nacional.
Cientos de pubs se encuentran en esta zona. Por citar algunos, el Oliver St. John Gogarty Pub o el Buskers Bar & Boomerang Night Club en la zona de Temple, el Café de Seine, más chic, en la calle Merrion o Pulligan's, situado en la calle Poolber.
En cualquier caso, y al margen de seguir cualquier recomendación, lo ideal es caminar por las calles del centro entre músicos y grupos de irlandeses disfrutando de la vida nocturna y preguntar a los dublineses, siempre dispuestos a aconsejar en materia de pubs. Esta es la mejor opción para conocer los pubs más populares, pero también joyas desconocidas de esta ciudad bohemia y maravillosa.
Por Igor Galo para Diario Clarín, marzo de 2010.
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