jueves, 25 de marzo de 2010

En Carhué.. caricias de agua salada

Los hoteles de la ciudad ofrecen baños termales y en el lago Epecuén se pueden practicar deportes náuticos. Además, pesca a 25 km.


Para atraer a los amantes del turismo termal, Carhué cuenta con las aguas hipermarinas del lago Epecuén. Son más de 17 mil hectáreas de agua salada, que superan la salinidad del mar y son sólo equiparables a las del Mar Muerto.

Hoteles y posadas con spa y tratamientos de relax, rejuvenecedores y reumatológicos acompañan la propuesta. La mayoría cuenta con equipos profesionales que aplican terapias de masajes, fango, sauna e hidromasajes con el agua del lago termalizada a la temperatura del cuerpo.

Además, los turistas pueden vivir la experiencia de flotar en el lago, con alrededor de 100 gramos de sal por litro. Los balnearios gratuitos La Isla y El Cristo ofrecen la opción de practicar canotaje, kayak y windsurf. En tanto, la laguna Del Venado espera a 25 km de Carhué, con la posibilidad de pescar pejerreyes, dientudos y bagres. En el lago Epecuén no hay pesca, pero sí flamencos, que se alimentan de la artemia salina, el único ser vivo que habita las aguas saladas. Las bandadas de flamencos sobre el lago son un espectáculo único al atardecer.

A 15 km de Carhué se encuentran las ruinas de Villa Lago Epecuén, que llegó a recibir a más de 25 mil turistas en los años 60 y 70. Una serie de negligencias marcaron el ocaso: el 10 de noviembre de 1985, las aguas saladas del lago -el último eslabón de las lagunas Encadenadas del Oeste- cubrieron el lugar donde vivían 1.500 personas y había más de 250 hoteles. En 1986, la localidad quedó sumergida más de 4 metros. A medida que el agua baja, se van descubriendo las ruinas de casas, hoteles y piletas termales. La salinidad le da a todo una pátina gris, incluso a los árboles, que se mantienen en pie.

La plaza principal de Carhué, que ocupa cuatro manzanas, fue diagramada por Nicolás Levalle con un particular diseño de diagonales. Enfrente, además de la iglesia neogótica Nuestra Señora de los Desamparados, llama la atención la Municipalidad. Inaugurada en 1938, es un edificio de estilo art decó diseñado por el arquitecto italiano Francisco Salamone, que levantó obras monumentales en una veintena de municipios bonaerenses entre 1936 y 1940. La sede municipal de Carhué conserva las luminarias, el mobiliario y los accesorios, también proyectados por Salamone. Muy cerca de allí hay otro legado del arquitecto, el Matadero de Villa Epecuén, que funcionó hasta la inundación producida a mediados de los años 80.

Por María Paz García para diario Clarín, marzo 2010.

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