lunes, 22 de marzo de 2010

Provence en ritmo slow

En la ciudad de la Costa Azul francesa todo sucede reñido con el turismo a pasos acelerados. Una buena cena puede prolongarse tres horas y los productos regionales son exquisiteces tales como crema de afeitar con aceite de oliva. Placeres sin apuros.


Callecitas que rodean el Boulevard Mirabeau


Si está pensando en repasar su francés antes de irse de vacaciones, hay una palabra que conviene evitar en Aix-en-Provence: vitesse. Significa velocidad, concepto decididamente foráneo en la soleada y tranquila ciudad nativa de Paul Cézanne y Emile Zola. Como si se tratara de un cuadro que retrata una escena de ocio relajado y parsimonioso, tanto los que se dirigen a hacer las compras en el mercado como los visitantes de los museos locales deambulan por pequeñas callecitas salpicados por el rocío perezoso de las antiguas fuentes. Los lugareños, ataviados con batas blancas, se relajan en los famosos spa de la región con aguas termales naturales utilizadas inicialmente por los romanos. Y una vez que cae el sol, las terrazas de los cafés se llenan de gente tomando pastis o un vaso de vino rosé de la región como aperitivo previo a largas cenas de tres horas en las que degustarán un daube de boeuf provençale (guiso de carne a la provenzal). Por eso, es recomendable agregar la palabra lenteur (o lentitud) a su vocabulario.


Viernes. 5 p.m. A recorrer


Explorar los pequeños negocios de Aix le permitirá familiarizarse con la disposición de la ciudad y adquirir algunos adornos para decorar su casa al estilo del sur de Francia. Dentro de los confines de “minimalismo cool” de La Compagnie de Provence, se encuentran productos regionales que se convirtieron en artículos de belleza lujosos como crema de afeitar de aceite de oliva, crema de manos con cerezas y leche de baño con higos (desde 11 euros).

Hotel 28 Aix, se construyó sobre un edificio del siglo XVII


Por otra parte, ninguno de los fanáticos de la Galia podrá mantenerse inmune a los encantos de los negocios aledaños conocidos por el nombre de L’Esprit des Lieux en Provence (10, rue Gaston de Saporta). Este emporio de estilo rústico está colmado de todos los productos de los que sueñan con una casa de campo para jubilarse. ¿Cuadros de lavandas con marcos de madera? Oui. ¿Cuchillos de Laguiole para cortar quesos? Certainement. ¿Bandejas ovaladas de madera en estilo ersatz del siglo XIX? Bien sûr.


8:30 p.m. Festín del Mediteráneo



Le Passage


¿Bossa nova con su bife? ¿Pato con acompañamiento de jazz? La música en vivo de los viernes a la noche hace de Le Passage (10, rue Villars) uno de los sitios más atractivos en Aix. Inaugurada en 2004, la antigua fábrica incorpora elementos neoindustriales (como vigas y caños a la vista) con otros más acogedores (luz de velas y banquetes de lujo) como telón de fondo de su gastronomía franco-mediterránea. Una cena para dos sin vino cuesta 100 euros.


10 p.m. Cerveza.


Edith Piaf, Jean Cocteau, Pablo Picasso, Jean-Paul Sartre. Todos estos famosos visitantes han disfrutado de los placeres del venerado café al aire libre Les Deux Garçons (53, Cours Mirabeau), que se remonta al año 1792. Situado bajo la sombra de bananos altísimos sobre el majestuoso boulevard Cours Mirabeau, es el lugar perfecto para degustar una botella de cerveza Kronenbourg 1664 (conocida coloquialmente como Seize) o una copa de rosé Bandol (6 euros) contemplando las casas antiguas de la ciudad y observando el lento flujo de paseantes nocturnos.


Sábado 11 a.m. Agua por todos lados


Aproximadamente dos milenios después de que los romanos construyeran sus baños termales de piedra en Aix, algunos autodenominados “Césares” continúan regocijándose en las aguas terapéuticas que emanan de las fuentes subterráneas. Hoy en día, la indulgencia comienza en Thermes Sextius (55, Av. des Thermes; www.thermes-sextius.com), un spa moderno y amplio construido sobre los antiguos baños romanos (que aún pueden verse a través de paneles de vidrio en el lobby). Hay varios tratamientos disponibles desde terapia de piedras calientes hasta tratamientos con barro tibio pero la atracción principal son las cabinas y piletas de hidroterapia. El tratamiento “modelación zen” (30 minutos a 57 euros) incluye cinco surtidores que van rociando la espalda con aceite de almendras.


1 p.m. Chez Abuela.


En caso de que no tenga una abuela gala, está Chez Feraud (8, rue du Puits Juif). En el comedor de estilo rústico de este restaurante recubierto de hiedra, parejas burguesas y hombres de negocios devoran sopa de pistou, daube de boeuf y otras especialidades de la cocina campestre del sur de Francia. Para terminar, un sundae provenzal con higos y helado de caramelo. Un almuerzo para dos personas, sin vino, alrededor de los 80 euros.


3 p.m. Arte en hexágonos


Póngase los anteojos de sol y obtenga el visto bueno de su psiquiatra antes de introducirse en las enjambradas galerías de la Fundación Vasarely (1, avenue Marcel Pagnol; www.fondationvasarely.fr), interconectadas entre sí. Inauguradas por Victor Vasarely (nacido en Hungría y artífice del movimiento denominado Op Art) en la década del 70, este museo retro-futurista despliega grandes cantidades de obras de arte geométricas caleidoscópicas y provocadoras que harán explotar sus retinas y sacar chispas a su cerebro. El precio de la entrada (7 euros) incluye una guía de audio.

Fundación Vasarely


8 p.m. “Haute Dogs” y hamburguesas


Es difícil, si no imposible, ir a un restaurante francés y que le sirvan “cocaína”. Aunque es cierto que no todos los restaurantes son administrados por Pierre Reboul, cuyo establecimiento del mismo nombre (11, petite rue St.-Jean; www.restaurant-pierre-reboul.com) fue inaugurado en 2007 con excelentes comentarios, gracias en parte a los creativos brebajes culinarios como el denominado “cocaína” (hecho con maíz prensado) que viene con sorbete. La realidad es que dentro del mundo del Sr. Reboul (dueño de una estrella Michelin) nada es lo que aparenta ser. Su fascinación por la cultura popular y la comida rápida es aparente aunque las hamburguesas que se sirven están hechas de codorniz y los hot dogs, con maíz caliente moldeado en forma de salchicha. ¿Y el postre de “huevo frito”? La clara está hecha de galleta y la yema es una bola de coulis de mango. Es imprescindible acudir con buen apetito y sentido del humor. Los menúes degustación cuestan desde 39 euros.


Medianoche. Triple Aix



Oda Geométrica. Fundación Vasarely

Chicas: píntense las uñas de los pies, pónganse sus zapatos de verano más “chics” y rumbeen hacia el bar ovalado de La Rotonde (2A, place Jeanne d’Arc; www.larotonde-aix.com). Sensual y seductor, éste es el lugar “top” en Aix para tomarse un trago antes de ir a bailar. Aquí, los hombres, vestidos con elegantes trajes de noche, se codean (y a veces más) con mujeres súper producidas tomándose un mojito o un cosmopolitan ( a 11 euros cada uno). Luego, bajan las escaleras para dirigirse al búnker “chic” de Le Mistral (3, rue Frederic Mistral). No se trata de un refugio verdadero, aunque podría decirse que los efectos del champagne en algunos son equivalentes a las consecuencias de un bombardeo. Una copa de champagne cuesta 10 euros y el ruido ensordecedor de la música es casi explosivo.


Domingo. 10 a.m. Festín ambulante


Los que estén a dieta mejor quédense durmiendo. Con sus montañas de berenjenas, frascos de miel y quesos de cabra frescos, el mercado en Place Richelme es el paraíso para los que gustan del buen comer y una amenaza inevitable. Saveurs de Provence (33-6-61-37-57-83) ofrece un banquete para los amantes de las salchichas con variedades artesanales y carnes exóticas como mula, toro y cerdo con higos. Y para probar los mejores calissons (una especie de factura pequeña con forma de almendra, la especialidad de Aix), no existe mejor lugar que Calissoun.


Mediodía. Pablo y Paul


“Era como un padre para todos nosotros”, dijo Picasso de Cézanne, originario de la ciudad de Aix. Para conmemorar el 50 aniversario de la adquisición del Chateau Vauvenargues por parte de Picasso, el Museo Granet (place St.-Jean-de-Malte; www.museegranet-aixenprovence.fr) exhibió la muestra Picasso-Cézanne, con 114 obras de ambos artistas, haciendo un recorrido por la fascinación que tenía Picasso por la técnica y los temas artísticos de Cézanne, desde los bañistas hasta los fumadores de pipa pasando por los arlequines. El costo de la entrada es de 10 euros y, aunque la exhibición ya concluyó, volvieron a las galerías del museo las más de seiscientas obras que conforman su colección permanente, incluyendo obras de Rembrandt, Rubens, Paul Klee, Fernand Leger, Piet Mondrian, Alberto Giacometti y, por supuesto, el colorido de Cézanne, que tanto resume la alegría de vivir de los provenzales.

Por Seth Sherwood*
*The New York Times / Travel. Traduccion Paula Natalia García para diario Perfil, marzo 2010.

No hay comentarios:

Notas Relacionadas

Related Posts with Thumbnails
Related Posts with Thumbnails